muchas manipulaciones y siembra desconfianza política para impedir, lamentablemente, la articulación entre diversas plataformas antirracistas. De este modo se retrasan la lucha y el debate en la esfera pública. Se trató de imponer incluso la etiqueta claramente rocambolesca de Afro-Derecha-Cubana, que no corrió mucha suerte mediática, pero refleja la manipulación anti histórica de la problemática racial. Las prácticas discriminatorias adoptan formas de censura como resultado del racismo estructural vigente. El Consejo Nacional de las Artes Plásticas impidió la muestra colectiva Siclkemia, con curaduría de los artistas Luis Lamothe Durruty y Ulises Lamadrid, prevista para el 9 de octubre de 2012 en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales con la participación de 25 artistas afrodescendientes de la más reciente hornada de la plástica cubana, quienes intentaban valerse del lienzo y la imagen para continuar despertando conciencia y sensibilidad en torno a la problemática racial. Contra este proyecto, aún congelado, se levantan murallas, sospechas, resistencias y trabas burocráticas. Junto a las desmovilizaciones de las voces críticas de la cultura urbana alternativa( underground) sobresalen el linchamiento mediático del ensayista y activista Roberto Zurbano por su artículo“ El país que viene: ¿ Y mi Cuba Negra?( The New York Times, 23 de marzo de 2013) y la acción ofensiva y humillante contra el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de visita en Cuba, con el artículo del periodista Elías Argudín Negro, ¿ tú eres sueco?( Tribuna de La Habana, 24 de marzo de 2016). No hubo sanción pública y los demás medios oficiales optaron por el silencio. El 11 de junio de 2016 se censuró la presentación del libro autobiográfico Sin mirar atrás( Arte y Literatura, 2016), del afamado bailarín y coreógrafo Carlos Acosta. En Presencia negra en la cultura cubana( Ediciones Sensemayá, 2016), su valioso aporte al estudio de la racialidad excluyó a escritores y ensayistas de primera línea como Roberto Zurbano y Alberto Abreu, así como a las Afro-Feministas Sandra Álvarez, Sandra del Valle, Yulexis Almeida, Inés María Martiatu, Leyda Oquendo, María Ileana Faguaga, Odette Casamayor y otras, sin hablar de precursores contemporáneos como Carlos Moore y Juan Benemelis, condenados al destierro ideológico y la muerte civil, ni del aporte de nuevas figuras como Julio Moracem y Pedro Alexander Cuba. La pedagogía cubana apenas dibuja, con su inmenso lápiz, la cultura del Otro. No dialoga con la problemática racial desde los enclaves políticos, cultural y antropológico. Está ausente la pedagogía del antirracismo en el currículo y los docentes no tienen herramientas para intervenir en los conflictos de racismo y discriminación en las aulas. El desafío del CIR y otras plataformas no es solo cultural, educativo y cívico. Es también político. Nuestra institución aboga por la pos-racialidad que necesariamente pasa por la vindicación del espacio político, construido desde el imaginario de la racialidad, para enfrentar la colonialidad interna del poder que instituye el Artículo 5 de la Constitución. Aquí se pretende la articulación social desde el Estado sobre la base del marxismo-leninismo y esta expresión de racismo cultural obstruye el proyecto de reconstrucción cívica de la sociedad cubana y el completamiento cultural de la nación. Por eso el CIR participa activamente en la Plataforma Ciudadana # Otro18 y apuesta por candidatos a los cargos electivos que defiendan expresamente su afrodescendencia y muestren la diversidad democráticamente construida desde la autonomía, trabajando por la reconstrucción ciudadana del poder desde la pluralidad.
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