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del imperialismo estadounidense. La defensa de la revolución cubana contra los continuos actos de agresión de Estados Unidos se estableció como el deber patriótico primordial de todos los cubanos. Quien se negara a apoyar o al menos a comportarse de acuerdo con esta línea oficial, podría ser— a la entera discreción del poder gobernante— eliminado de la vida pública y severamente castigado. Así mismo la Guerra Fría, que estaba en su apogeo al crearse el Estado " socialista " en Cuba, propició que los diseños de sus fundadores se enmarcaran en entorno internacional muy favorable y así contribuyó decisivamente a la estabilidad excepcional del régimen. En Europa, este conflicto terminó hace más de cuarto de siglo, pero el régimen político de los hermanos Castro a fines de 1950 aún pervive en la década de 2010 con su vieja pero bien probada retórica antiestadounidense. Esta nueva situación de reapertura de las embajadas de EE. UU. y Cuba, así como de pasos " constructivos " de ambos lados, configuran el contexto de " un nuevo compromiso " que abre también nuevas oportunidades a la oposición democrática cubana, pero siempre que se cumpla con la condición de aprovecharlas de forma creativa para superar, de una vez por todas, la pesada carga del legado político de Fidel Castro. La diferencia de opiniones en cuanto a la nueva política de Estados Unidos hacia Cuba no debe percibirse como casus belli entre las filas opositoras ni como razón para la escalada de las divisiones " ideológicas " dentro de la " polis paralela ", sino como llamado a la unidad. La disputa entre los partidarios y detractores de las medidas adoptadas por el presidente Obama y su administración— como manifestación de la pluralidad política que yace en el corazón mismo de la democracia estadounidense— continúa y como las luchas en la escena política estadounidense se intensificarán en el año de elección presidencial 2016, no debe paralizarse la posibilidad de un diálogo entre los disidentes cubanos, sino exactamente al contrario: hay que aprovechar esta oportunidad para demostrar que, a pesar de todas las diferencias, los opositores pueden unirse con objetivo común no sólo para hablar unos con otros, sino también para actuar " en concierto ". Las voces más francas en Estados Unidos acerca del debate sobre Cuba son los exiliados que han ido llegando— ya suman unos dos millones— durante casi seis décadas de dictadura de Castro y logrado una comunidad de más de dos millones económicamente fuerte, con influencia política e intenso sentido de identidad nacional. ¿ Cuál es su lugar dentro de la oposición democrática cubana? En este esfuerzo colectivo, los cubano-americanos son actores imprescindibles, porque representan parte importante de la nación cubana y nunca han propuesto que, como exiliados, deban mantenerse al margen de la lucha por la democracia centrada en el país natal. Por el contrario, como ciudadanos estadounidenses los exiliados tienen especial responsabilidad e importante papel que desempeñar en el futuro desarrollo de las relaciones asimétricas entre Estados Unidos y Cuba: participar activamente en la búsqueda de un nuevo modus vivendi entre ambas naciones e iniciar un debate nacional para dar respuesta equilibrada y realista a la vieja cuestión planteada por Martí al comienzo de un viaje— aún sin terminar— por
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