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NP: ¿Cómo ves el panorama literario actual en Cuba, sobre todo a la luz de esta última Feria del Libro? LA: Tal vez no sea muy literario, pero a fin de cuentas la literatura tiene que ver con que la gente la lea. En la Feria del Libro me di cuenta de que es más fácil encontrar un póster de Messi o Cristiano Ronaldo que determinados libros. Este evento se ha mercantilizado mucho y casi nada tiene que ver con los autores ni con los lectores. Hay muchas cosas alrededor que tienden a tapar el hecho esencial. La feria del libro de nosotros no se parece a otras que se hacen en otras partes del mundo y se centran más en lo literario. En el panorama literario en general habría que ver a qué se le puede llamar literatura cubana, porque muchos autores, sobre todo los más importantes, no residen en Cuba y siguen publicando, pero desde otros lugares y sus obras están sujetas ya, de alguna manera, a los entornos donde residen y a las influencias que tienen de ese otro mundo. La literatura cubana tiene otro grave problema: las ediciones. Se editan cosas que literalmente no tienen demasiado valor e incluso se premian en concursos; el sistema de los concursos ha hecho mucho daño a nuestra literatura, porque ya la gente no escribe para el lector: sencillamente escriben para ganar un concurso, buscando la venia de cierto jurado. Muchas veces se sabe por adelantado quiénes van a ser jurados y se escribe pensando en lo que le gusta. Eso desvirtúa un poco el hecho literario, y el nivel de creación decae al escribir para concurso, pues falta espontaneidad, falta lo que el autor hubiera dado en otro contexto. Muchas veces las publicaciones de libros son escasas. Aunque el sistema de ediciones territoriales ha permitido visualizar a muchos escritores de provincia y, más que de provincia, de municipios, tiene el defecto de que son pocos libros y, una vez publicados, la prensa no hace ni reseñas ni comentarios. Tampoco se hacen críticas y, como son tan pocos ejemplares, los libros virtualmente no existen y los autores se pierden. NP: ¿Por qué siempre no se premia en concurso lo que realmente tiene valor literario? LA: Bueno, es lo que antes te contaba. Yo recuerdo que, cuando pasé el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, fuimos con los muchachos de provincia una noche a una lectura de cuento y se leyó un texto de un autor habanero, de quien recuerdo el nombre, pero no lo voy a decir. A todos nos pareció abominable, pero creo que había merecido un premio de la Embajada de España. El cuento estaba repleto de citas en inglés y había referencias que entendían los narradores habaneros que estaban allí, pero no significaban absolutamente nada para nosotros. Mucha gente abandonaba la sala; yo no lo hice porque donde estaba sentado era muy evidente que me viesen salir y me daba vergüenza, pero si no la habría abandonado, porque era una lectura que no me aportaba nada. Sin embargo, aquello estaba premiado. Al otro día hablamos con uno de los profesores del centro y le preguntamos si era así que debíamos escribir, porque la mayoría de nosotros no escribimos así. Eso lo volví a vivir otra vez en el Pabellón Cuba con otros autores habaneros en poses, que convertían la literatura en performance. Yo creo que la literatura no es como las 115