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el equipo de neuroconducción requerido
para el tratamiento de una lumbociatalgia
que no se me diagnosticó a tiempo. Al
cabo de ocho meses pude resolver
mediante una amiga de un amigo de un
amigo mío. En la espera los dolores se
agudizaron al extremo de afrontar
dificultades para dormir, caminar y
sentarme.
Puede
mitigarlos
con
medicamentos
proporcionados
por
amigos en Cuba y en el extranjero. Hay
pocos análisis clínicos y limitaciones para
diagnosticar a tiempo si el paciente no
tiene síntomas evidentes. Hay que esperar
a que la enfermedad se manifieste
claramente para contar con el tratamiento
adecuado. Me han pedido esperar un año
para saber qué enfermedad me provoca el
desorden inmunológico que padezco, ya
que no cuentan con exámenes específicos.
Llevo más de dos años a la espera de una
electromiografía
porque
no
hay
electrodos. Ni los médicos ni el personal
técnico saben si
algún día van a
comprarlos. Solo tienes acceso a estos
exámenes de salud mediante un amigo o
dinero suficiente. Y si después de ser
atendida por un médico logras encontrar
los medicamentos recetados, puedes
sentirte la persona más afortunada de la
tierra. La lista de medicamentos en
moneda nacional (CUP) es corta y la
producción y distribución no son estables.
Los enfermos se inquietan y acuden a las
farmacias del pueblo con irritación y
desconsuelo.
Las opciones aumentan si cuentas con
pesos convertibles (CUC) para comprar
en las farmacias “en dólares”, como dice
el común de los cubanos, a pesar de que
se trata de un peso fabricado en Cuba
para encarecer mucho nuestras vidas.
El trabajador enfermo y la población
cubana en general arrostran situaciones
tan graves que tornan comprensible por
qué tantas personas no dejan de trabajar
aunque estén enfermas y van al médico
cuando ya no pueden sostenerse en pie
tras aguantar lo indecible.
Tienen miedo a pasar por las mismas
situaciones que yo he pasado y otras aún
más complejas y tristes. Muchos han
perdido la esperanza y creen que no habrá
mejoría. Se complacen con soñar la
posibilidad, muy remota para la mayoría,
de abandonar el país. “Hay que irse”,
dicen. Ahora hay un nuevo medicamento:
Agua y Ajo, que me recomendó la
reumatóloga en la consulta de agosto de
2015, al verse por enésima vez ante la
imposibilidad de recetar otros por la
escasez en las farmacias del pueblo. No
sabía ya qué recetarme y me soltó que
Agua y Ajo significan AGUANTA Y
JÓDETE. Tal es el nuevo medicamento
para el pueblo cubano.
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