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Una mirada crítica a
nuestra TV
Virginia Paz

La Habana, Cuba

C

uba es un país de variadas razas y
culturas, como resultado del
fenómeno migratorio en el Nuevo
Mundo. Nuestra música, modos de
expresión y manera de andar, así como
nuestros bailes, están plagados de un
mestizaje que tiene de africano, español,
asiático y árabe. De esta gama de colores
estamos hechos y eso lo podemos ver en
nuestras calles, barrios y ciudades. Para
los cubanos, la televisión sigue siendo la
primera vía de entretenimiento, aunque
no es la única ni la más popular. El
desarrollo tecnológico abrió nuevas
opciones de qué ver: un DVD en tu
computadora o simplemente comprar lo
que llamamos “el paquete de la semana”,
en el cual puedes seleccionar variados
shows,
telenovelas,
documentales,
películas y series de diferentes partes del
mundo. A pesar de esto, al cubano le
gusta ver reflejada su realidad en la
pantalla y por eso sigue gustando del cine
cubano, las telenovelas cubanas (con sus
detractores), el humor cubano y el
deporte, que no puede faltar, pero ésta
realidad y ésta diversidad, frente a los
ojos de todos, ¿tiene respaldo visual en la
televisión? Haciendo zapping (término
popular por estos días en Cuba para
expresar la acción de cambiar de un canal
a otro con el mando manual) me detuve

en Cubavisión, el canal más importante
de la televisión cubana, que trasmite de
domingo a sábado las 24 horas,
programas de corte informativo, cultural,
musical, infantil y dramatizados. Casi
todos los espacios cuentan con uno o dos
conductores o presentadores. Un domingo
en Cubavisión ofrece aproximadamente
26 espacios. Si quitamos las películas y
series extranjeras nos quedamos con 12,
de los cuales 8 son conducidos por
personas de raza blanca y 4 por personas
de raza blanca, negra o mestiza. Esto
sucede más o menos igual con los
comentaristas deportivos: hay solo un
mestizo (Ebián Guerra) y ocasionalmente,
un muy buen comentarista de la radio
como invitado, que es de la raza negra y
brinda sus valoraciones o pronósticos
sobre pelota. En contraposición, casi
todos los deportistas son negros, como si
los blancos no tuvieran las habilidades
correspondientes. Pero eso es harina de
otro costal. El tema que despierta mi
curiosidad es la diversidad racial en
nuestra pantalla televisiva. En los
dramatizados
cubanos
—dígase
telenovelas, cuentos y teatros— al negro
le ha tocado bailar con la más fea, es
decir: lleva la peor parte. Por años los
únicos papeles que pudieron interpretar
actores negros fueron esclavos o criados.

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