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Mis primos me estaban esperando. Conocí a familiares que no habían nacido o no eran parte de la familia la última vez que fui a La Habana. Los quise casi al instante. Me faltó un sobrino que estaba en Pinar del Río y no encontró cómo llegar a La Habana. Sé que lo querré con el primer abrazo. Poco antes de las 9 a. m. del 14 de agosto, entré al patio de la embajada. Éramos unos cuantos los cubanos que, en algunos casos, llevábamos décadas a favor del levantamiento del embargo y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Fue un día histórico, pero también de sanear heridas y no solo para los que nacimos en Cuba. Estados Unidos y Cuba por fin volvieron a ser vecinos. La incipiente vecindad, de hecho, es más complicada para La Habana que los 54 años de enemistad. Richard Blanco el poeta cubanoamericano de la segunda inauguración de Barack Obama— leyó el poema Cosas del Mar que empieza diciendo:
El mar no importa, Lo que importa es esto. Todos somos del mar entre nosotros, Todos nosotros.
Aunque sin referencia explícita, las decenas de miles de cubanos fallecidos en el Estrecho de la Florida también estaban presentes. Las palabras del Secretario de Estado John Kerry fueron respetuosas, pero sin cortapisas en cuanto a los derechos humanos y a la democracia. En la residencia del embajador se reunió con miembros de la oposición y de la sociedad civil independiente. Los derechos humanos son nuestros, bien por la creencia de que Dios nos los concedió como parte inalienable de nuestro ser, o porque nuestra humanidad compartida nos obliga a un trato digno hacia todos. Los derechos humanos no son favores que los gobiernos reparten a su parecer. Cuando se violan los de algunos ciudadanos, son transgredidos los de todos aunque las autoridades no hayan abusado de nosotros directamente. Los cubanos de a pie apoyan la política de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos. Así y todo, me preocupa que sus expectativas no se materialicen. Aunque solo el Congreso tiene la potestad de levantar el embargo, el Presidente Obama ha tomado medidas que debilitan algunas restricciones. Aun con la prohibición en pie, los viajes de los americanos— sin incluir a los cubanoamericanos— han aumentado un 35 por ciento desde enero de este año. Casi todas las semanas viajan a Cuba delegaciones del sector privado, de las universidades, de asociaciones profesionales y de las instancias de los gobiernos locales, estatales y federal para conocer a Cuba de primera mano. Una normalización plena— que necesariamente tiene que darse con tanto La Habana como Washington poniendo de su parte— tomará su tiempo. Si el gobierno cubano no acelera el ritmo de las reformas, los cubanos de a pie no lograrán mejorar la vida cotidiana de sus familias. Los cuentapropistas o los que le alquilan habitaciones a los turistas u otros extranjeros en sus casas, por ejemplo, viven mayormente con pesos convertibles. Los CUC les permiten satisfacer sus necesidades básicas en tiendas que están bien surtidas. La inmensa mayoría de los cubanos, sin embargo, cobran en pesos no convertibles que representan un promedio de $ 20 mensuales. El Estado
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