IDENTIDADES 1 ESPAÑOL IDENTIDADES 5 ESPAÑOL | Page 33

recursos en un esfuerzo empresarial, dentro de los limitados marcos que permite la ley, con clara conciencia de que, a la mañana siguiente, todo eso puede ser barrido por la impune arbitrariedad de las autoridades, que supuestamente estimulan el “sector no estatal de la economía”, pero que no brindan respaldo efectivo a los nuevos emprendedores para competir con ellos de forma leal y transparente, sino que los ahoga con restricciones y gravámenes confiscatorios o, simplemente, los borra con inesperados zarpazos Los que hoy estamos aquí podemos ser privados en cualquier momento de los derechos concedidos por la flexibilización de las regulaciones migratorias. De hecho, varios colegas están hoy arbitrariamente impedidos de viajar. En contraste, las autoridades insisten en brindar a los extranjeros los derechos y posibilidades económicas que niega a los cubanos. La llamada revolución destruyó totalmente una economía que, hacia fines de los años cincuenta, se encontraba en plena expansión con balanza comercial favorable y altos índices de desarrollo y cobertura social, sobre la base de la fortaleza del empresariado nacional y de una sólida clase media. Ahora la nueva Ley de Inversión Extranjera trata de subastar lo que queda de Cuba al capital foráneo, con tentadoras ofertas de exenciones tributarias y una fuerza de trabajo calificada y dócil, a la cual no hay que garantizar los derechos y protecciones sagrados en los países de origen de los inversores. Aunque parezca increíble a estas alturas del siglo XXI, en esas inversiones extranjeras los trabajadores y profesionales cubanos son víctimas inermes del control gubernamental de la contratación — políticamente condicionada— y la remuneración, amén de verse imposibilitados de ocupar cargos gerenciales o de alta especialización. Que sea legalmente posible hacer ahora en Cuba cosas tan normales como abrir un pequeño negocio familiar, viajar al extranjero, hospedarse en un hotel y comprar una casa o un automóvil, no debe esconder que el bajísimo poder adquisitivo del pueblo convierte todas esas posibilidades en utopía inalcanzable para una gran mayoría que, sin voz ni esperanzas, contempla día a día cómo se estrechan sus horizontes de vida y realización personal. Más allá de los engañosos y, lamentablemente, con frecuencia efectivos cantos de sirena de las autoridades cubanas, nos preocupa profundamente la enorme polarización y desigualdad socioeconómica que sufre una masa considerable del pueblo, que no parece estar contemplada como factor asumible o atendible por el poder en su diseño a conveniencia del futuro inmediato de la Isla. Junto a la reconocida indolencia e insensibilidad de los gobernantes, a quienes nada parece importarles el crecimiento evidente de la pobreza, la falta de horizontes de vida de los jóvenes cubanos, la desesperación y desamparo del creciente sector de madres solteras ni el enorme reto que comporta el envejecimiento de la población y la baja natalidad, se une ahora un sector del exilio con fuertes intereses económicos y al parecer con muy pocos escrúpulos, que busca aliarse con La Habana para repartirse lo que queda de nuestra sufrida Isla, sin tomar en cuenta los traumas y las fracturas socioeconómicas que nos amenazan. Dentro de este cuadro desolador y preocupante, la peor parte, como siempre en Cuba, la llevan los afrodescendientes, victimas históricas de los patrones racistas y las mayores desigualdades y desventajas. A pesar de su peso demográfico y sus trascendentales contribuciones a la cultura nacional y los procesos políticos, este sector fue siempre relegado a condición inferior en esa especie de sociedad de castas donde, por muy brillante, capaz, heroico o exitoso que sea 33