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Este movimiento ha obtenido importantes logros como la instauración del Año y el Decenio Mundial de los Afrodescendientes, así como la celebración de la Primera Cumbre Mundial de Afrodescendientes, cuya Declaración Final constituye una evidencia lapidaria del carácter independiente del movimiento antirracista global, en tanto hace fuertes críticas y sólidas propuestas frente a los hegemonismos y desigualdades vigentes. En los últimos años se destacan instrumentos legales e institucionales contra la discriminación en varios países del continente y la aprobación de la Convención Interamericana contra Toda Forma de Discriminación. En la primavera-verano de 2012, dos eventos académicos en Washington y La Habana, junto a otro de carácter más político en Caracas, dieron lugar a la conformación del ARAAC con ánimo de enfrentar el problema racial, pero siempre convalidando los intereses de poder de algunos gobiernos con ejecutoria nada presentable. En Cuba, el capítulo del ARAAC tuvo su presentación pública en agosto de 2013. En una librería habanera, tres docenas de interesados reeditamos el ejercicio que tanto hemos repetido. Discutimos intensamente sobre la problemática racial, se dijeron cosas serias y profundas, se señalaron traumas y frustraciones, se habló de urgencias y peligros, pero como siempre sucede, allí no estaban los representantes del poder, quienes podían y debían atender a responsabilidades y soluciones efectivas. En aquella reunión se presentó incluso a un flamante responsable de Derechos Humanos del ARAAC, con un discurso altisonante e ininteligible. Se citó a otra reunión para el mes siguiente, donde supuestamente se expondrían y debatirían las propuestas y medidas. Al darse dicha reunión en la Casa del ALBA Cultural de La Habana, el espíritu del anterior encuentro se había diluido en un clima de extraño y pesado pánico, obviamente sembrado por el poder, invisible, pero a todas luces molesto e inquieto por los planteamientos y expectativas que había generado la reunión de agosto. Ante el asombro de todos y con el rostro atravesado por una sombra de evidente pánico y tensión, Gisela Arandia, coordinadora de ARAAC, 18 presentó insípidas disertaciones sobre “Chávez y África”, “Particularidades de la abolición en Brasil” y “Vida y obra de Evaristo Estenoz”. En honor a la verdad hubo participantes que abogaron por transparencia y publicidad para los debates raciales y directivos del proyecto. Los intelectuales Tomas Fernández Robaina, Tato Quiñonez y el propio Zurbano, al parecer ajenos al inesperado cambio de planes, hicieron certeros planteamientos y válidas propuestas para dar impulso al tratamiento consistente del tema, pero a partir de ese día el responsable de Derechos Humanos no volvió a hacer acto de presencia y el proyecto se sumió en esa especie de letargo que ahora lamenta Zurbano. Pocos después de la primera reunión, que alimentó las expectativas de algunos entusiastas, expuse en “Mesa de los leales maltratados” (Cubanet, 9 de agosto de 2013) mis dudas sobre el destino del propósito allí consagrado, precisamente por la falta de independencia institucional de esta nueva plataforma y por la persistente negativa de las autoridades cubanas a permitir el debate abierto y la activación de mecanismos y diseños conectados con la esencia estructural de esta problemática, que atañe a todos de una manera u otra. Entre otras cosas advertí: “Es bueno recordar a los líderes y miembros del ARAAC-Cuba que la presión externa e interna sobre la problemática racial crece. De modo que si no quieren asumir el riesgo de un nuevo fracaso deben abordar de frente y consecuentemente el tema,…” “Lo primero que deben hacer estos consagrados luchadores por la igualdad es separar sus preferencias político-ideológicas de las valoraciones y consideraciones sociales, humanas y morales que se vinculan con la problemática racial. Independientemente de su alineación ideológica, si estos activistas no reconocen la responsabilidad histórica de las autoridades cubanas en la profundización de las desigualdades que pretenden combatir, muy poco podrán avanzar en sus declarados propósitos. Si el ARAAC-Cuba no quiere pasar a la historia como un nuevo instrumento de engaño y manipulación debe constituirse en un auténtico mecanismo de presión que exija a las autoridades, ante