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La nación cubana y la subordinación de la religión a la política Jorge Amado Roberto Vera clase y género en Cuba y el mundo Escritor y periodista Delegado del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR) en las provincias orientales Santiago de Cuba, Cuba 34 egún la clásica definición estalinista: “La nación es una comunidad humana estable históricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de cuatro rasgos principales, a saber: la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología.” La creación del estado nacional, como consolidación de las estructuras de la nación, se inscribe en el más amplio contexto del triunfo, ya sea de la burguesía sobre el feudalismo o de la democracia sobre la burguesía. El año 1917 se pudiera catalogar como inicio a la extensión de las fronteras del régimen comunista y su pretensión de dominio universal, que se tradujo en la exterminación total de las religiones como fuerza espiritual, las cuales habrían de oponerse al comunismo. Con el arribo al poder en 1959 del Castro-socialismo en Cuba, se originó un clima de intolerancia hacia toda manifestación o creencia religiosa para insertar en los ciudadanos el adoctrinamiento del proceso que se venía engendrando dentro de la nación. La religión yoruba, proveniente de la mitología africana, ya era considerada por un creciente número de personas como sincretismo oscurantista (“cosas de negro atrasado”), pero nunca antes se vio tan censurada. A pesar de discrepancias innegables, el catolicismo, por los años 50, solo se limitaba a advertir la ignorancia S de la religión cristiana y la incorporación del santoral católico a este orbe mágico, porque el sentido religioso se desviaba esencialmente al utilizarse para el servicio del hombre. Sin embargo, este orden mágico-religioso contaba con una notable cuantía de devotos, quienes cohabitaban en plena armonía con los católicos. Así queda evidenciado en la edición del 15 de enero de 1956 de la revista “La Quincena” (de ochenta páginas), en la cual primaba lo espiritual por encima de lo económico y este ideal impulsaba a publicar “realidades positivas” de una y otra religión. La revista no se limitó a publicar un reporte de Pura del Prado sobre Reinerio Pérez Quesada, Omó Changó, en su casa templo San Benito del Palermo (Calle Pérez Andrés 55, Reparto de los Olmos, Santiago de Cuba). Este reportaje refiere la célebre procesión que el santero realizaba por la ciudad, con su Changó en angarillas y una multitud detrás, los días 4 y 17 de diciembre. Ese mes culminaba con la fiesta del 29, en que Pérez Quesada celebraba su aniversario de santero. Estas celebraciones serían eliminadas en unos casos y limitadas en otros tras el triunfo de la revolución. De ello da fe la erradicación de las procesiones dentro y fuera de las iglesias. Para llevar a cabo cualquier acto o ceremonia relacionado con