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de algunos de escasa demanda en el mercado negro. Otros acechan los desperdicios en los barrios de opulencia económica, que se denominan
“zonas congeladas”.
Un afrodescendiente de 28 años vende artículos
de segunda mano recolectados de la basura. Su
mayor esperanza es “dar un buen tablazo en la
bolita”, que es un juego de lotería prohibido por
la ley. Agrega que dejó de buscar trabajo porque
“las plazas se las daban a otros, aun no teniendo
ni el nivel”. Cuando trabajaba como albañil particular, este afrodescendi ente sentía la mirada vigilante de quienes lo contrataban: “Era como si
en vez de trabajar hubiera ido a robar”.
Las raíces de la indigencia negra
En Cuba se desconocen las estadísticas criminales asociadas a la discriminación racial. Tampoco hay valoración pública del alcance social
de los sentimientos de marginación o discriminativos. Según Madrazo, estudios antropológicos
cubanos revelan las causas que provocan las desventajas económicas de los afrodescendientes y
“el problema racial en la indigencia adquiere
matices nacionales. Provincias con composición
étnica fundamentalmente blanca, exhiben cifras
mayoritarias de indigencia negra. La indigencia
es el resultado de una crisis extensa que arrastra
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a grupos poblacionales desfavorecidos, donde se
encuentran los afrodescendientes”.
Cuesta Morúa concuerda que el aumento de las
diferencias sociales rezaga a la población negra:
“Existe una tendencia creciente de la latinoamericanizacion de Cuba en el sentido de las desigualdades sociales. En la medida que eso se
profundiza, se ha visto más la diferencia racial
en todos los estratos de la sociedad y la indigencia es el resumen del racismo estructural de la
sociedad cubana”.
La represión como política social
Para cualquier observador que resida en Cuba no
será difícil identificar el umbral de los sentimientos discriminadores. De cada cinco personas que la policía detiene en la calle para exigir
identificación o practicar un registro, cuatro son
afrodescendientes. Lejos de impulsar políticas
sociales para eliminar la pobreza, el gobierno reprime la manifestación pública de sus consecuencias.
La solución se establece mediante el arresto policial de los indigentes, la imposición de multas, la
confiscación de los artículos que venden y el ingreso en hospitales psiquiátricos. Según las autoridades, los indigentes en las calles “son locos” y
hasta se describen como alcohólicos que invaden