IDENTIDADES 1 ESPAÑOL Febrero 2017 | Page 105

Con José viene Juan de Dios Elybardi, pintor mordaz y huesudo tanto en el talento como en el físico. También atesora en su casa muchos cuadros confeccionados con materiales disímiles que son un muestrario de cómo viven estos artistas. Juan de Dios sobrevive cambiando sus cuadros por alimentos. Va hasta los campos más intrincados de Pinar del Río con sus pinturas y cambia marinas por quesos, naturalezas muertas por arroz, Mona Lisas por malangas y plátanos. A falta de tela utiliza cartón tabla, que según él es magnífico sustituto del lienzo. Descubrió que lijando el reverso puede pintar por ambos lados y así recauda más comida. En su último viaje regresó bien surtido tras canjear solo dos pinturas: un frutero lleno para adornar la cocina con paisaje rural al reverso, que cambió por medio saco de
arroz, y un crepúsculo en el mar con un cielo de un azul quebradizo al otro lado, que mostraba una abertura por donde se asomaba Dios y regañaba al mundo. Esta obra se cambió por un puerquito. Otros pintores con historias de talento comprometido con la pintura, a pesar de la vida azarosa y el olvido en que viven, son René Villar, prolífero, dinámico y divertido en su ocaso fatal; y Antonio“ Ñico” Cepeda, que solo consigue colores ocres y amarillos para su arte nostálgico y apagado. Los cuadros de Ñico poseen el marcado acento intimista de la aprehensión y la nostalgia. Peces muriendo y La llegada del capitalismo son las únicas obras que conserva en su pequeño cuarto de loco, pescador, buzo y pintor natural. Dice que“ jamás me separaría de ellas mientras viva, ni por todo el oro del mundo”.
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