LA MUERTE DE LAS MARIPOSAS
En cada luna nueva otra mariposa moría y la niña,
con delicadeza, fingía deshacerse de ellas.
Porque en la mañana, cuando la luna no miraba,
ponía los cuerpos sin vida cuidadosamente en sus zapatos,
impidiendo que los cadáveres desaparezcan.
Para ella ocultar mariposas muertas sin que el tiempo
o la luna o las nuevas mariposas sobre su cabeza supieran
no era otra cosa que seguir empolvando sueños.
Juliane Müller Seborga
POTOSÍ, BOLIVIA