IBAGUÈ DEPORTIVA | Page 3

Noviembre, 2017

BIENVENIDA

Cuando hay un partido de futbol, el país se paraliza. No. Más bien, se mueve a pasos

descontrolados. Ni siquiera el 20 de julio, que se supone que es el cumpleaños de

nuestra amada República de Colombia, la gente luce tan contenta de haber nacido en

esta tierra. Una tierra de mujeres bellas, del mejor café del mundo, aunque no lo

disfrutemos, bueno eso es otra historia.

Se genera entonces una misma emoción, donde hay fiesta tricolor y en cada esquina

no falta el que porte con orgullo y entusiasmo la camiseta amarilla; o la azul, o la roja o

la blanca, porque eso si, que lindo es este mercado que se encarga de no excluir a

nadie y en lo posible, nos brinda opciones a las que no nos sentimos muy atractivas o

atractivos, luciendo el color de la alegría. y ahora que menciono la alegría, digo, con

razón nos califican como alegres, porque con el acelere para allí, y acelere para allá, se

nos olvidan los problemitas. Claro, son problemitas porque están allá, bien lejos de

nosotros. No nos afectan en nada porque casi que no los vemos, y mejor no mirarlos,

pues si acercamos la lupa, nos daremos cuenta de que son problemas con letra grande.

En Colombia, los jugadores son ídolos y entonces se ha vuelto una religión el fútbol,

donde perderse un partido puede significar perder un preciado momento de comunión

con los héroes del momento. Nos salvan. Sí, nos salvan de la tristeza, del aburrimiento.

Nos regalan felicidad, aunque sea por un momento. La gente se identifica y siente un

profundo sentimiento de amor, de gratitud y adoración por esa tan bendecida

camiseta.

Los políticos, como buenos hinchas, hasta comunicados dan por el esperanzador

partido que viene. Se les nota la emoción por que empiece a rodar el balón y claro los

medios de comunicación hablan y hablan y escriben y vuelven a hablar sobre lo difícil

que se ve el próximo encuentro futbolístico. Incluso arman unos debates que resultan

interesantes para quienes descansan y nos pone a pensar en este tema tan complejo

de formación en la cancha para atacar y defender.

Resulta que los jugadores son ahora el reflejo de lo que somos los colombianos, o al

menos eso intentan vendernos los medios, quienes direccionan lo que según ellos,

debería ser el tema del día, de la semana, bueno, del mes. Pero lo triste de esto, es que

nos queda tiempo hasta de insultar al árbitro, pero como este deporte es tan lindo y

causa tantas sensaciones, se justifica así el odio. El futbol suscita este sentimiento

absurdo más que cualquier otro deporte, tal vez, porque es el más aclamado dentro de

la masa.

Comité editorial

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