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SER CORTES Y OBEDIENTE
Un ejemplo digno de notarse
Si investigas la vida completa de Jesús, encontrarás que nunca fue
descortés con nadie. Nunca avergonzó a nadie, y aunque algunos que
trataron de avergonzarlo salieron ellos mismos avergonzados. Los
fariseos que le llevaron la mujer descubierta en adulterio y le
preguntaron si debían no apedrearla, en realidad pensaron que esta vez
Jesús caería en la trampa. Estaban tan seguros de que Jesús saldría
avergonzado que se reían en camino al templo. Estoy seguro que se
reían. Pero cuando llegan sucedió algo extraño. Según lo tenían
planeado, si Jesús decía que la mujer debía ser apedreada, lo acusarían
de transgredir las leyes de Roma, porque los romanos decían que no se
les permitiría a los judíos matar a nadie. Pero si Jesús decía que ella no
debía ser apedreada, lo acusarían de transgredir las 1eye de Moisés,
porque Moisés había dicho que cualquiera que cometiera adulterio
debía ser apedreado hasta morir. (Véase Levítico 20: 10).
Para gran sorpresa de los fariseos, Jesús dijo sencillamente: “El que de
vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”
(Juan 8:7). Luego se inclinó y empezó a escribir con sus dedos en el
polvo del piso del templo. Cuando los fariseos se acercaron para ver lo
que estaba escribiendo, vieron que Jesús estaba tranquilamente
haciendo una lista de sus pecados secretos. Uno por uno de esos
orgullosos hombres se dieron Vuelta y se escabulleron como perros
azotados. ¡Qué avergonzados se quedaron! Y sin embargo, tenían que
admitir que Jesús los había tratado con la más extrema cortesía y en
forma mucho más bondadosa de la que se merecían.
Así, era Jesús. Siempre cortés. Hasta con Judas, aunque él sabía que
Judas lo traicionaría.
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