Autora: Melina Muleiro
Hércules terminó con los 12 trabajos y se fue a Drégon, su pueblo. Cuando estaba
yendo hacia él, vio un hombre vestido con una túnica negra con capucha, por lo que
no se le veía la cara. Cuando Hércules pasó a su lado, el hombre lo agarró del brazo
y, sin mirarlo, le dijo: -Ve hasta la Montaña Maldita. Gira a la derecha y te
encontrarás con una quimera. Mátala y tráeme su piel.- Hércules pensó que estaba
loco, pero algo, no sabía qué, le decía que debía ir allí. – ¡Quizá el destino me está
llamando!-Pensó el héroe- ¡Debo ir!
Se preparó provisiones. Hércules sabía que la Montaña Maldita era peligrosa de por
sí, así que con una quimera el problema era mayor. Fue a la herrería local, afiló su
espada y lustró su escudo de oro para la batalla. Despidió a Deyanira, su esposa, y a
su hijo recientemente nacido, Minotar, que significa minotauro en griego. Se
terminó de preparar y salió de Drégon, pensando en su familia todo el tiempo.
Llegó a los irregulares caminos de los Riscos de Cloto, que estaba al lado de su
destino. En 5 minutos llegó, finalmente, a la Montaña Maldita. Se encontró con la
quimera y le cortó su cola-serpiente. La bestia, presa del pánico, pudo ser
derrotada fácilmente. Hércules recogió su piel como le habían dicho.
Pero cuando estaba saliendo se encontró con Ektoberfest, un héroe que habitaba en
la Montaña Maldita, que hizo frente a Hércules. – ¡Muy buenos días señorrrrrr!-Le
dijo- Te estaba esperrrrando. Y escupió caramelo congelante. El brazo de Hércules
quedo congelado, Fue ahí cuando Mr. SooSoo, acompañante de Ektoberfest, le lanzó
un arcoíris que lo dejó ciego por unos minutos. Mr. SooSoo ordenó atacar y le
lanzaron todo tipo de dulces. Hércules le pidió que le perdonara la vida. Ektoberfest
accedió, pero con una condición: Debía trabajar 20 años en su calabozo.