Home & Home Julio 2025 | Page 38

“ No me interesa que se vea la casa, ni que se vea el Tepozteco, me interesa que se entienda cómo llegas y cómo eso te lleva a descubrir lo demás”, explica Rocha, hijo de la reconocida fotógrafa Graciela Iturbide, quien ha heredado el arte de componer espacios como quien encuadra una imagen.
La coreografía del agua y la piedra
El elemento distintivo de la residencia son sus tres patios progresivos, cada uno con espejos de agua sobre piedra volcánica que marcan el tránsito de lo íntimo a lo abierto. La secuencia inicia con un patio de 1.5 por 1.5 metros que“ apenas vibra”, continúa con uno de tres por tres que“ susurra al borde”, y culmina con un espacio de seis por seis metros donde“ el cielo se coloca en el plano del agua”.
Esta progresión constituye lo que Rocha denomina“ una coreografía de superficies”, un crescendo espacial que guía sensorialmente al habitante hacia la revelación final: el gran pórtico que enmarca el cerro del Tepozteco como altar ceremonial.
Materialidad con memoria
Con casi 900 metros cuadrados construidos que se expanden a más de 2,000 con patios y terrazas, Casa Moro se sostiene en una“ ética material” donde cada elemento tiene función específica. El ladrillo artesanal, usado en muros, pisos y celosías, no reviste sino que construye, marcando ritmos y tamizando la luz natural. La referencia a la Alhambra no es casual. Como en los palacios nazaríes, el agua no“ grita” sino que“ murmura”, creando una atmósfera de recogimiento que conecta con la tradición andalusí de patios, celosías y aljibes.
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