Hitos de la Historia núm.3 - Junio 2019 | Page 5

September 2019 Vol 1 Issue 21 AÑO II - Nº3 PAGINA 4 Inside the Issue ciudadela. En la opinión del nuevo gobernador, los portugueses no tenían ninguna intención de entregar la plaza, de modo que trazó nuevos planes para tomarla por la fuerza.     Anticipándose a la probable guerra, Cevallos estableció una alianza con los jesuitas, reforzó las plazas de Montevideo y Maldonado y endureció el cerco sobre Colonia. Respecto a las misiones, las ocupó con sus propios hombres y manejó astutamente los traslados de los guaraníes, sin permitir su evacuación total. Decidido a seguirle el juego a Andrade, se enfrentó a él en un duelo diplomático para desenmascarar sus intenciones, mientras insistía a los ministros de Madrid acerca de la mala fe de los portugueses y la indolencia de Valdelirios, quien era incapaz de concluir la definición de los límites. La amistad de Cevallos con los padres de la Compañía le granjeó la enemistad irreconciliable del marqués, a tal punto que cada idea o movimiento de uno era inmediatamente desacreditado por el otro ante sus respectivos confidentes en Madrid, perjudicando la colaboración entre las fuerzas españolas y favoreciendo las delaciones de Andrade. De hecho, la hostilidad de la facción de Valdelirios en Buenos Aires hizo ver al gobernador que no contaría con los hombres necesarios para imponerse en el enfrentamiento que tendría lugar con los portugueses. Por ese motivo, el gobernador se dirigió a Julián de Arriaga, secretario de Marina e Indias, en carta fechada el 15 de septiembre de 1759, en la cual le remitió no sólo los informes y solicitudes habituales, sino que también expuso su plan de “guerra total” contra el Brasil y su visión respecto a la posición estratégica del Río de la Plata dentro del marco global de la Monarquía Española .    En primer lugar, Cevallos inició su misiva con un detalle del acantonamiento de fuerzas portuguesas en Colonia. Guarnecida con mil trescientos hombres de armas, defendida por ciento doce cañones y fortificada por recientes trabajos de ingeniería en sus murallas, la ciudad parecía mucho más preparada para la guerra que para ser entregada pacíficamente. Además, el gobernador lanzaba sus sospechas acerca de la colaboración inglesa en la defensa de Colonia y le aseguraba a Arriaga que cualquier avanzadilla portuguesa hacia Maldonado o Montevideo sería fatal para la soberanía española. . El único regimiento fiable era el que había traído desde la Península y éste se hallaba instalado en las misiones, de modo que movilizarlo para proteger la plaza agredida implicaría el regreso masivo de los guaraníes a sus pueblos, otorgando a Carvalho el argumento implacable para retener Colonia legítimamente y romper el tratado. Consciente de que no contaba con la cantidad de hombres y barcos para imponer sus propios términos en caso de abrirse las hostilidades, Cevallos le hacía saber a Arriaga:    "[…] en conocimiento de que en caso de rompimiento con los portugueses, no tenemos fuerzas competentes para hacer la guerra ofensiva, y que es necesario enviar de allá por lo menos mil y quinientos hombres, la artillería suficiente para atacar la Colonia, que considero serlo veinte cañones de a 24;