History, Wonder Tales, Fairy Tales, Myths and Legends Principales Leyendas, Mitos y Cuentos Chilenos | Page 227
aterrorizado. Cuando pasó el terremoto, la montaña siguió estremeciéndose como el
cuerpo de un animal nervioso. Las mujeres palparon a sus hijos. Nadie estaba
herido. Respiraron un poco y miraron hacia las boca blanquecina de la gruta: por
delante de ella cayó una lluvia de piedras que al chocar echaban chispas.
-¡Miren! -gritó Collalla. ¡Piedras de luz! Nuestros antepasados nos mandan este
regalo.
Cómo luciérnagas de un instante, las piedras rodaron cerro abajo y con sus chispas
encendieron un enorme coihue seco que se erguía al fondo de una quebrada.
El fuego iluminó la noche y las mujeres se tranquilizaron al ver la luz.
-La estrella con su espíritu protector mandó el fuego para que no tengamos miedo dijo la abuela Collalla riendo.
Niños y mujeres también
rieron, aplaudiendo el fuego. El
grupo silencioso contempló las
llamas como si fuera el mismo
Padre Sol que hubiera venido a
acompañarlas.
Se sentaron junto a la gruta,
oyendo crepitar las llamas
como música desconocida. Al
rato, llegaron los hombres
desafiando las tinieblas por buscar a sus niños y mujeres.
Caleu se acercó al incendio y cogió una llama ardiente; los otros lo imitaron y una
procesión centelleante bajó de los cerros hasta sus casas. Por el camino iban
encendiendo otras ramas para guiarse.
Al otro día, oyendo el relato de las piedras que lanzaban chispas, los indios
subieron a recogerlas y al frotarlas junto a ramas secas, lograron encender pequeñas
fogatas. Habían descubierto el pedernal. Habían descubierto cómo hacer el fuego.
Desde entonces, los Mapuches tuvieron fuego para alumbrar sus noches, calentarse
y cocer sus alimentos.
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