History, Wonder Tales, Fairy Tales, Myths and Legends Principales Leyendas, Mitos y Cuentos Chilenos | Page 225
La leyenda del fuego
(Leyenda Mapuche)
Antes de que los Mapuches descubrieran cómo hacer el fuego, vivían en grutas de
la montaña a las que llamaban “casas de piedra”. Temerosos de las erupciones
volcánicas y de los cataclismos, sus dioses y sus demonios eran luminosos.
Entre estos, el poderoso Cheruve. Cuando se enojaba, llovían piedras y ríos de lava.
A veces el Cheruve caía del cielo en forma de aerolito. Los Mapuches creían que
sus antepasados revivían en la bóveda del cielo nocturno. Cada estrella era un
antiguo abuelo iluminado que cazaba avestruces entre las galaxias.
El Sol y la Luna daban vida a la Tierra como dioses buenos. Los llamaban Padre y
Madre. Cada vez que salía el Sol, los saludaban. La Luna, al parecer cada
veintiocho días, dividía el tiempo en meses. Al no tener fuego, porque no sabían
encenderlo, devoraban crudos sus alimentos; para abrigarse en tiempo frío, se
apiñaban en las noches con sus animales, perros salvajes y llamas que habían
domesticado. Tenían horror a la oscuridad, era signo de enfermedad y muerte.
Se imaginaban cosas terribles. En una de esas grutas vivía una familia: Caleu, el
padre, Mallén, la madre y Licán, la hijita. Una noche, Caleu se atrevió a mirar el
cielo de sus antepasados y vio un signo nuevo, extraño, en el poniente: una enorme
estrella con una cabellera dorada.
Preocupado, no dijo nada a su mujer y tampoco a los indios que vivían en las grutas
cercanas. Aquella luz celestial se parecía a la de los volcanes, ¿traería desgracias?,
¿quemaría los bosques?. Aunque Caleu guardó silencio, no tardaron en verla los
demás indios. Hicieron reuniones para discutir qué podría significar el hermosos
signo del cielo.
Decidieron vigilar por turno junto a sus grutas. El verano estaba llegando a su fin y
las mujeres subieron una mañana muy temprano a buscar frutos de los bosques para
tener comida en el tiempo frío. Mallén y su hijita Licán treparon también a la
montaña.
-Traeremos piñones dorados y avellanas rojas -dijo Mallén.
-Traeremos raíces y pepinos del copihue -agregó Licán
La niña acompaño otras veces a su madre en estas excursiones y se sentía feliz.
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