History, Wonder Tales, Fairy Tales, Myths and Legends Principales Leyendas, Mitos y Cuentos Chilenos | Page 160
Huesos en el desierto
“Empampado”, según el Diccionario de voces del norte de Chile, significa “perdido
en el desierto, desorientado en medio de la pampa”.
En 1956, Julio Riquelme, humilde portero del Banco del Estado chileno, sube a un
tren en Chillán para hacer un viaje de cuatro días hacia Iquique. Va al bautismo de
uno de sus nietos, lo que de paso servirá de reconciliación con uno de sus hijos.
Allá también estará su ex esposa, a quien no ve desde hace años.
Riquelme nunca llega a Iquique. La
última estación donde algún
pasajero recuerda haberlo visto es
Los Vientos: una desolada parada
técnica de pocos minutos en el
desierto de Atacama. Una de sus
valijas sí llega a destino. Lo buscan
en las inmediaciones: nada.
Cuarenta y tres años más tarde, en
el baño de un aeropuerto aparece un
sobre cerrado con todos los efectos
personales de Riquelme (gastados
por el tiempo, pero por lo demás
intactos). Los acompaña una carta
anónima que da las coordenadas
exactas donde encontrar, en pleno
desierto, un esqueleto sin enterrar,
blanqueado por el sol de cuatro
décadas.
Esto resume las primeras cinco
páginas
de
El
empampado
Riquelme,
la
crónica
de
investigación realizada por el periodista Francisco Mouat (Santiago de Chile,
1962). Los primeros capítulos plantean los interrogantes mayores sobre el destino
del viajero, preguntas que operan como la intriga de un policial. ¿Qué le pasó a
Riquelme? ¿Se tiró, se cayó, lo tiraron? ¿Por qué, ya abandonado por el tren, se
internó diecisiete kilómetros en el desierto en vez de caminar siempre junto a la vía
férrea?
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