María llega a la UCI, ve, carga y limpia a
su bebé, el Pediatra le dice que es un niño
muy sano, “no sabíamos que la inyección que
le aplicamos le iba a cambiar totalmente la
vida, porque…, en vez de malograrlo lo que
hizo fue mejorarlo…, los ritmos cardiacos
son normales, está evolucionando bien, lo
tenemos con sonda alimen�cia porque no
sabemos si pueda succionar…, así lo vamos
a tener durante unos días, hasta que ya él
pueda coger un tetero, cuando el coja un
tetero podemos decir está evolucionando…,
lo único que si te digo es que va a ser…, un
vegetal, no se va a mover, no va a balbucear,
no va a caminar, ni porque lo metas en
terapia, pero sin embargo te las voy a mandar,
para ver qué pueden hacer por él”.
De los ojos de María brotan lágrimas cuando
recuerda el momento en que conoció a su hijo:
“Sen� una alegría inmensa, fueron tantas
cosas…, tantas emociones, porque en un
día me dicen no que él está muerto y al día
siguiente yo lo veo y es como comprobar una
parte de mí que no sabía” y piensa que los
profesionales de la salud la presionaron para
tomar la decisión de abortar “me tocó tomarla,
pero… yo quería tenerlo como fuera, así sea
que no me durara mucho, pero como fuera,
era mi hijo yo no podía despreciarlo así no
más, solamente porque venía con una
condición diferente a los demás…”.
A L E
GRÍ A
Sen� una
inmensa