Historias de vida ZIKA Tubará | Page 7

ITUAL Entre tanto un equipo psicosocial la aborda, sin embargo, ella solo quería seguir con el embarazo insis�a que: “Si Dios lo manda así, por algo será…, serán los designios de Dios..., la ciencia humana siempre dice muchas cosas, pero a la final quien gana es la ciencia espiritual”. La Psicóloga insis�a: “Mira que tú te vas a encariñar, �enes que mirar la posibilidad de darle una mejor vida, si tú lo vas a tener…, va a venir a sufrir, tanto tú como él van a sufrir…, esas mismas palabras que ella me dijo a mí, se las dijo al papá del niño”. Entonces entre todos se tomó el 19 de mayo la determinación de que lo mejor era un aborto, y aunque ella no estaba de acuerdo accedió. Fue remi�da a otro centro hospitalario para el procedimiento a donde llega el 20 de mayo a empezar otra cadena interminable de repe�ción de exámenes, ecogra�as y diagnós�cos, solo el 22 a las 8 de la noche realizan la reducción fetal, María relata que “el niño estaba quieto, y en ese lapso, que le hacen lo que le hacen…, empieza a moverse…, hasta la media noche”. El 23 inicia su ayuno, en preparación para el expulsivo, al medio día la enfermera solicita almuerzo para que tenga energía para el parto natural y sobre las 4 pm le ponen Cytotec para inducción del parto; le advierten que las “pas�llas” le van a causar escalofríos y unos “coliquitos fuertes”; ella empezó a temblar y los cólicos fueron muy intensos. Su madre que la acompañaba le dice “mira que ahí acostada no vamos a hacer nada, levántate de esa cama…, �enes que caminar”. María accede haciendo un gran esfuerzo y empieza a deambular por la habitación, sin�ó unos fuertes deseos de orinar y defecar fue al baño y sin�ó haber expulsado algo que la dejó “ardiendo por dentro”, regresó a la habitación y regresó al baño una y otra vez, hasta que sin�ó que no podía más, se sentó en el sofá cama, en el que duermen los acompañantes y una fuerza interna e indescrip�ble la obligó a abrir sus piernas, sin saber cómo, esta sensación extraña le proporciona la agilidad para subirse ins�n�vamente a la camilla, quitarse la bata hospitalaria y su ropa interior, pedirle a la suegra que llamara a la enfermera porque tenía “la cabeza del niño afuera”. La enfermera al observar la escena buscó al médico de urgencias: “él lo que hace es ayudarme a terminar de parir…, no di �empo de nada…, en la habitación tuve al niño…, cuando yo lo veo, que sale, lo único que hacen es llenarlo de gasas, cogió una manta arropó al niño…, vi a mi mamá y a mi suegra llorando, pero en el momento no se me pasó nada”.