ITUAL
Entre tanto un equipo psicosocial la aborda,
sin embargo, ella solo quería seguir con el
embarazo insis�a que: “Si Dios lo manda
así, por algo será…, serán los designios de
Dios..., la ciencia humana siempre dice
muchas cosas, pero a la final quien gana es
la ciencia espiritual”. La Psicóloga insis�a:
“Mira que tú te vas a encariñar, �enes que
mirar la posibilidad de darle una mejor
vida, si tú lo vas a tener…, va a venir a sufrir,
tanto tú como él van a sufrir…, esas mismas
palabras que ella me dijo a mí, se las dijo al
papá del niño”. Entonces entre todos se tomó
el 19 de mayo la determinación de que lo
mejor era un aborto, y aunque ella no estaba
de acuerdo accedió.
Fue remi�da a otro centro hospitalario para
el procedimiento a donde llega el 20 de
mayo a empezar otra cadena interminable
de repe�ción de exámenes, ecogra�as y
diagnós�cos, solo el 22 a las 8 de la noche
realizan la reducción fetal, María relata que
“el niño estaba quieto, y en ese lapso, que le
hacen lo que le hacen…, empieza a moverse…,
hasta la media noche”. El 23 inicia su ayuno,
en preparación para el expulsivo, al medio día
la enfermera solicita almuerzo para que tenga
energía para el parto natural y sobre las 4 pm
le ponen Cytotec para inducción del parto; le
advierten que las “pas�llas” le van a causar
escalofríos y unos “coliquitos fuertes”; ella
empezó a temblar y los cólicos fueron muy
intensos. Su madre que la acompañaba le dice
“mira que ahí acostada no vamos a hacer
nada, levántate de esa cama…, �enes que
caminar”. María accede haciendo un gran
esfuerzo y empieza a deambular por la
habitación, sin�ó unos fuertes deseos
de orinar y defecar fue al baño y sin�ó haber
expulsado algo que la dejó “ardiendo por
dentro”, regresó a la habitación y regresó al
baño una y otra vez, hasta que sin�ó que no
podía más, se sentó en el sofá cama, en el que
duermen los acompañantes y una fuerza
interna e indescrip�ble la obligó a abrir
sus piernas, sin saber cómo, esta sensación
extraña le proporciona la agilidad para
subirse ins�n�vamente a la camilla, quitarse
la bata hospitalaria y su ropa interior, pedirle
a la suegra que llamara a la enfermera
porque tenía “la cabeza del niño afuera”.
La enfermera al observar la escena buscó al
médico de urgencias: “él lo que hace es
ayudarme a terminar de parir…, no di �empo
de nada…, en la habitación tuve al niño…,
cuando yo lo veo, que sale, lo único que hacen
es llenarlo de gasas, cogió una manta arropó
al niño…, vi a mi mamá y a mi suegra llorando,
pero en el momento no se me pasó nada”.