EDITORIAL
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En la era del progreso surgió el culto a la velocidad. Lo veloz era excitante en aquel tránsito del siglo XIX al XX. Como telón de fondo, el automóvil, una máquina sobre ruedas que revolucionaría los conceptos de espacio y tiempo. Conducir imponía carácter. Era seña de identidad de un mundo acelerado, en el que los nuevos juguetes técnicos libraban un desafío contra el crono.
El período entre 1900 y 1914 constituyó lo que el historiador Philipp Blom definiría como “años de vértigo”. En un principio, ese estado de euforia estaba reservado a las clases altas, que podían participar en competiciones o disfrutar de los primeros autos exclusivos. Avances técnicos como la adopción del motor de explosión transformarían el sector.
Al motorwagen construido por el ingeniero alemán Karl Benz seguirían los modelos fabricados por marcas francesas como Peugeot, Renault y Citroën. Pero fue Henry Ford, desde Detroit, quien revolucionó la industria al introducir el sistema de producción en cadena, un elemento determinante para reducir costes y multiplicar el número de vehículos fabricados.
Cadena de montaje del Ford T en 1913.
Cadena de montaje del Ford T en 1913. (TERCEROS)
Tras la Gran Guerra, un apocalipsis bélico que arrasó Europa, la modernidad se impuso. Y también la libertad en los desplazamientos. Fuera corsés. Las distancias se acortaron gracias a aquellos vehículos que contaban cada vez con más prestaciones y diseños sofisticados.
Así se puso de manifiesto en el I Salón del Automóvil, celebrado en Barcelona en 1919, un acontecimiento que cumple cien años estrechamente vinculado a esa ciudad, y cuyo alcance lo ha convertido en cita imprescindible en el calendario internacional de la automoción. Allí se expusieron, a partir de los años sesenta, los distintos prototipos de SEAT que a algunos nos han acompañado desde niños. Y otras marcas que, como la histórica empresa española, apuestan por las nuevas tendencias del sector, orientadas a la movilidad sostenible, la conectividad y la conducción autónoma. Son nuevos tiempos, asombrosos tiempos, para los locos por el motor.