De sus abuelos maternos recuerda:
«ambos eran muy tercos, alegres, y a veces cascarrabias pero con valores religiosos, morales, pegados de la cultura, eran descendientes de los indígenas Zenúes, « heredé de ambos el amor por la tierra, la comida costeña, las costumbres, y especialmente la facilidad de la palabra, que según ellos era la que valía».
Transcurrió una parte en San Antonio, donde estuvo hasta los 5 años, «desde niño me pusieron a trabajar en la tienda de la familia, con su hermano mayor y sus primos».