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Nuevo España, Ciudad de México, 7 de agosto de 1632
Mañana mi esposa y yo nos vamos de la capital. Ya estamos hartos de esta horrible y
desgarradora inundación. Ha provocado la muerte de un tercio de la población y
nosotros no queremos ser parte de ese número.
Todavía recuerdo cuando todo era más pacífico hace tres años, hasta que llegaron las
grandes lluvias. Yo se que el impulso de catástrofe fue culpa del anterior virrey Diego
Carrillo de Mendoza. El pensó que al mandar suspender el proyecto del Desagüe
General, obras que estaban desde 1607, se ahorraría el dinero para el futuro de la
sociedad. El proyecto era muy importante, su propósito era disminuir el volumen de
agua del lago de México, a través del desagüe del lago de Zumpango por Huehuetoca.
Lo que él creía como beneficio se convirtió en desgracia. Gracias a Dios, hace ya ocho
años lo derrocaron de su poder por los tumultos provocados por la mayoría de las
castas.
Después de este suceso mandaron como nuevo virrey a Rodrigo Pacheco y Osorio,
conocido como el Marqués de Cerralvo. El año pasado el virrey se reunió con el Consejo
Municipal para consultar si cambiaba la ciudad de sitio. Yo creí que esta idea era
excelente, así todos podríamos vivir en zonas más tranquilas y menos catastróficas.
Lamentablemente esta fue desechada.
Parece que al virrey se le están acabando las ideas de solución, tanto que hace poco
nos despojó, a nosotros los españoles, de los beneficios del sistema. La mayoría de los
que han muerto son indígenas, debido que a ellos los ponen a trabajar, al menos los de
clase alta nos podemos ir de aquí. Cada vez la situación de la ciudad empeora. Esa es la
razón por la que nos vamos de aquí. Nos dirigiremos a Puebla de los Ángeles, ya que
con todo estos infortunios, esta ciudad ahora se convirtió en el centro comercial y
manufacturero más activo, siendo antes la capital. He oído a algunos frailes murmurar
que toda esta catástrofe es un castigo de Dios, por seguir maltratando a los de clase
baja. Por eso, en ahora y adelante, intentaremos socializar con nuestros súbditos.
Espero que en algunos años la inundación cese y podamos regresar a nuestra ciudad.
Juan José González