Estaba jadeando, muy alterado, me levante y respire hondo, giro la cabeza y la pequeña niña ya no estaba, y pensé solo espero que no se encuentre con un lobo en su camino.
Muy adolorido, me fui a mi cabaña, y justo cuando me voltee para emprender mi camino, escuché una dulce voz diciendo:
-Gracias
Me sonrió y me abrazo, le pregunté por su estadía aquí, y ella me contó sobre su visita a su abuela enferma.