Historia de Motril | Page 210

Una de las últimas visiones del caserío motrileño antes de sufrir la presión urbanística de los años sesenta y setenta. Al fondo, la ermita de San Antón
( Archivo del autor). masculina del municipio. Otros, el mal mirado oficio de pescador. Y una minoría, la escasa variante del trabajo en las fábricas azucareras, en alguna de las escasas oficinas, públicas o privadas, o en el comercio. Incluso las labores de la zafra se dejaban en manos de gente venida de otros lugares, por el excesivo esfuerzo que requería y lo mal retribuido.
El futuro de la mujer quedaba relegado a la vida familiar, a formar un grupo familiar estable, realizando sus labores y, en caso de necesidad( demasiadas veces), trabajar como criada o persona del servicio en las viviendas de las familias con un nivel económico medio y alto( lavar la ropa, planchar o hacer comidas). El pago de estos servicios en muchas ocasiones era bien escaso: la comida para ella y su familia.
Y es que la población motrileña comienza a observar una más que elevada tendencia a la búsqueda de otras formas de trabajo. Quizás un referente de este cambio de hábitos y de las nuevas perspectivas de vida de esta sociedad motrileña la podemos encontrar, una vez más, en el desarrollo de nuevas obras públicas de los años cincuenta: la alhóndiga y el matadero, el mercado municipal y la demolición y ampliación del Ayuntamiento, además del arreglo del puente de La Posta.
Sin embargo, poco a poco se comienza a vislumbrar un nuevo horizonte económico: las demandas de esa sociedad promueven la construcción de algunos almacenes, propuestas de localización de pequeñas fábricas y las dos grandes apuestas por generar un desarrollo agrario e industrial: el canal de Carchuna, y La Celulosa. Hechos que supondrán una explosión de júbilo y alegría generalizada entre la población al ver, después de años de espera, cómo el municipio motrileño comienza a vislumbrar algunas perspectivas de futuro. Pero si bien, de hecho, es una apuesta de futuro la instalación de la fábrica y la construcción del nuevo canal de aguas hacia Carchuna, serán obras que se prolonguen por casi una decena de años, por lo cual, los motrileños todavía tendrán que mantener una prolongada y tediosa espera hasta que ambos proyectos echen a andar.
Lo mejor de esto es la sustancial transformación que va a suponer para la ciudad ese movimiento de inversiones externas. La antigua red viaria de la ciudad, que se sustenta sobre el modelo desarrollado a partir de la segunda mitad del siglo XIX, necesita un importante cambio que, por un lado, facilite el tránsito de los vehículos por su interior; pero que, sobre todo, permita cruzar la ciudad de la manera más rápida posible para el significativo aumento del tráfico que se espera.
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INTERIOR HISTORIA DE MOTRIL. pmd 210 05 / 01 / 2011, 10:25