Historia de Motril | Page 138

Acta de la declaración por el Concejo de Motril de la epidemia de peste de 1679.
Chavarino y seguramente también el ingenio de Pataura 29. Unos años después, en la temporada cañera de 1613-1614, de nuevo seis ingenios molerían la nada despreciable cosecha de
900.000 arrobas de cañas 30.
Para 1621, debido al pleito sostenido por el Concejo de Motril con el administrador del impuesto de alcabalas, podemos conocer la situación de los ingenios motrileños 31. Las antiguas fábricas-aduanas de Juana del Castillo y de Diego Ramírez de Haro estaban desarmadas y en ruinas, tras muchos años que no producían azúcar; y sí que lo hacían siete ingenios, gran parte de los cuales estaban situados al sur de la población y lindantes con la acequia principal. En la calle de la Carrera a partir de la plaza de Castil de Ferro, actual Jardinillos, estaba el ingenio Viejo de Alonso de Contreras, que compartía plaza de cañas con el de Jerónimo de Hurtado. Siguiendo la calle hacia el este se situaban el ingenio Nuevo de Alonso de Contreras y el llamado de los Hurtados. Más adelante estarían el ingenio de Vicencio, que pertenecía a la familia genovesa Ymbrea, y el ingenio del Toledano, de la familia Franquis Lasso de la Vega. A poniente de la villa, junto al camino de Salobreña, estaba el ingenio del genovés Alejandro Chavarino, que llamaban de Lucas Palma. Fuera de Motril, en la alquería de Pataura, había otro ingenio perteneciente al vínculo de la familia Hurtado.
En 1636 una nueva fábrica viene a establecerse en Motril y, por primera vez en España, tratándose ahora de un ingenio trapiche, cuyo nuevo modelo de molino de tres rodillos verticales sustituía a los dos horizontales de los ingenios tradicionales; había sido descubierto en América y traído a España por Francisco Pérez de Olivera y Luis Chirino de Salazar, que, con licencia real, construyen un ingenio de este tipo en esta ciudad; esto ocasiona al principio un duro enfrentamiento con los dueños de los ingenios reales 32, que se quejaban ante la Corona de que lo que se pretendía era desacreditar a los ingenios reales y obligar a sus dueños a construir trapiches, teóricamente más productivos 33.
Prácticamente con estos ingenios y producciones abundantes se mantuvo en desarrollo la economía motrileña hasta el último tercio del siglo, en que empezó a entrar en un ciclo de crisis, seguramente afectada por diversos factores que permanecían latentes bajo la aparentemente tranquila superficie. Las cañas se helaron en 1668 y 1669 y resultaron muy cortas las cosechas, especialmente en el invierno de ese último año, que fue el más riguroso que recordaban los contemporáneos. A este problema se le añadieron las intransigentes exigencias de los arrendadores de la Renta del Azúcar, que se hicieron insoportables para cañeros, aviadores de ingenios y comerciantes 34, lo que se vino a complicar en 1679 con una importantísima epidemia de peste que devastó Motril de marzo a agosto. La virulencia del contagio interrumpió bruscamente las tareas agrarias por la extensión de la morbilidad y mortalidad epidémica entre los miles de trabajadores forasteros que venían a la zafra, escasamente alimentados y viviendo en ínfimas condiciones sanitarias e higiénicas. Se detuvieron también la producción azucarera y el comercio al quedar aislada la ciudad, y todo el sistema entró en una aguda crisis de la que se tardó algo más de cinco años en recuperar los niveles productivos anteriores a la epidemia 35.
Posteriormente el estado de la economía cañero-azucarera motrileña se recuperó algo y para 1687 la producción cañera era bastante aceptable: incluso se pretendía plantar de nuevo más de 3.000 marjales, y hacían la molien-
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INTERIOR HISTORIA DE MOTRIL. pmd 138 05 / 01 / 2011, 10:23