Primera Radiografía
La primera radiografía fue tomada el 8 de noviembre de 1895 por Wilhelm Roentgen. Wilhelm solicitó a su esposa Anna Bertha Roentgen que pusiera su mano sobre un extraño aparato. Anna tuvo que estar sin moverse por más de 15 minutos, después su esposo le mostró lo que sería la primera radiografía en la historia. En ella se podían observar los huesos de su mano, además, se podía distinguir su anillo de compromiso flotando entre sus dedos.
Está descrita que la reacción de Anna Bertha, al igual que la de mucha gente de esa época, fue una mezcla de fascinación y temor, ya que el hecho de poder distinguir todos sus huesos la hacía sentir extrañamente cercana a la muerte.