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Excelente jefe, compañero, amigo y maestro, creo su
pasatiempo era escuchar y ayudar al prójimo sin importar
a quién; por más ocupado que estuviera, tenía esa serenidad,
humildad y paz para interrumpir actividades, saludar
desde la persona que hacía el aseo, recolector de basura,
operario, empleado, cliente, proveedor, empresario y tratarlos
por igual. Durante el tiempo que tuve el privilegio de
trabajar para él desde julio de 1995 me decía: “La puerta
siempre estará abierta”, “Trata a los demás como te gustaría
ser tratado”, “Tu mano izquierda no debe saber lo que da la
derecha”, “La familia es lo más importante”, “Siempre haz
lo correcto”, “Aprende todo y de todos, no dejes de ayudar”,
“No es lo que uno tiene, sino lo que haces por los demás”,
entre tantas enseñanzas. Confiaba en las personas, veía lo
bueno en todos y encontraba la forma de hacernos mejores.
Su presencia, educación, integridad y buen vestir nunca
evitó que se quitara el saco y levantara las mangas de la camisa
para ayudar. No necesitaba dar órdenes, lo seguíamos
por su ejemplo, conocí personas que decían trabajarían
gratis para él. Abrumados con trabajo, aparecían chocolates
en los escritorios. Esta característica suya, le mereció
siempre dijeran “Hace honor a su apellido”. Muchos todavía
sentimos la calidez de su amistad, la presión de su mano
franca y el aliento de sus palabras.
Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, quererlo,
respetarlo, admirarlo y compartir días de trabajo, creemos
que su existencia no ha terminado ni se ha extinguido con
su partida; es más, estamos seguros de que la llama encendida
en la Industria Refractaria trascenderá y perdurará a
través de todos uds., su esposa, hijos, nietos y profesionistas
que contribuyó a formar iluminando muchas vidas.
La vida brinda oportunidades en momentos irrepetibles
y posiblemente, muchos amigos, colegas y desconocidos no
hayamos tenido ni buscado la oportunidad de agradecerle lo
suficiente, pero hoy no debemos perder esta posibilidad. En
este momento y en este escenario, se hace necesario expresar
al Ing. Caballero, una palabra de agradecimiento y retribución
por los años dedicados a la Industria Refractaria. Un sencillo
“gracias”, tal vez no alcance en comparación con la desinteresada
ayuda recibida, pero es una palabra que dicha de
forma sincera nos enriquece e ilumina el alma como un rayo
de luz. Estamos seguros de que esta gratitud subirá al cielo.
No es importante la edad a la que uno muere, lo que
realmente importa, es la intensidad con la que se vive la
vida. No se muere cuando se ha cumplido a cabalidad la
tarea que Dios nos ha encomendado en nuestro paso por
la vida, segura que se fue con la satisfacción del deber cumplido.
Un hombre así, que a su paso por esta tierra, pisa
fuerte y deja huella profunda, no se aleja del mundo, sólo
reposa en la casa del Padre y en nuestros corazones.
Hasta el cielo, QEPD Ing. Caballero y gracias por su vida.
JUL-SEPT 2020 ASOCIACIÓN TECNOLÓGICA DEL HIERRO Y ACERO AISTMEXICO.ORG.MX