Hierro y Acero Edicion 27 | Page 32

enfoque cultural En consideración a este último punto, la masa o lupia de hierro permanece en el hogar del horno justo bajo la nariz de la tobera y, después de la extracción del horno, tenía que ser forjada a unos 1,200 °C hasta agotar la mayoría de la escoria y cerrar soldando los espacios vacíos. Por otro lado,, se nota que la fundición y uso del cobre y hierro en China siguió un patrón considerablemente diferente y bastante tardío al de occidente. El cobre fundido y el bronce aparecieron 1,500 años mas tarde en China que en el cercano oriente, y el primer hierro fue aparentemente un arrabio hecho alrededor del 600 al 500 A. C. Obviamente, los chinos no inventaron la fundición de hierro o hierro fundido, pero ellos tuvieron la agudeza para vaciar hierro fundido accidentalmente en los moldes de arcilla utilizados en sus prácticas de fundición de bronce. Entonces, durante 200 o 300 años, ellos aprendieron cómo calentar o tratar el duro arrabio de hierro fundido en hornos cerámicos para hacerlo maleable. El hierro fue reemplazando al bronce rápidamente alrededor del año 800 A. C. Hornos de tazón y tipo cuba, de 300 a 500 mm de diámetro interior con una sola tobera, vinieron a ser ampliamente utilizados. Se les suministraba aire por fuelles operados manualmente por fuerza humana. A través de la antigüedad, las velocidades espaciales, las cuales son una medida de la razón de generación y flujo de calor en un horno , estuvieron bajas, entre los 6 m/minuto de los más pequeños u hornos pobremente aislados y los 4 m / minuto en los más grandes u hornos con buen aislamiento. Las velocidades de tobera eran de 15 a 20 m / segundo para una sola tobera, típicamente de 25 mm de diámetro interior. El consumo de carbón variaba de cerca de 4 a 8 kg / kg de lupia o tocho, dependiendo de la velocidad de pérdida de calor. Una cresta de esta tecnología metalúrgica para fundición de hierro parece que se alcanzó con el auge del 32 HIERRO yACERO/AIST MÉXICO Imperio Romano algunos siglos A. C. Los hornos permanecieron pequeños en promedio ya que solo la fuerza humana estaba disponible como energía mecánica para operar los fuelles y martillos para forja. Cuando un ejército necesitaba ser provisto con armas, los trabajadores operaban campos enteros de pequeños hornos, cuyos remanentes aún permanecen esparcidos a través de Europa desde el Mar del Norte hasta el Mar Negro, limitado a lo largo de la línea que definía el extremo oriental de la dominación Romana (4). Durante la edad oscura, cerca de 1000 D. C., la producción de hierro de forja continuó, principalmente para fabricación de armas, utilizando la gran red existente de hornos y de experimentados forjadores. La producción accidental de hierro fundido continuó inevitablemente con desperdicios de carbón, tiempo y mano de obra. Esta situación se cambia radicalmente por la aparición en Europa de la habilidad de decarburizar el hierro fundido en una lupia o tocho con bajo contenido de carbón casi idéntico a uno producido por el proceso en taller de refinado o simplemente por “refinación”. El refinamiento puede ser efectuado en varias maneras, partiendo del hierro como una barra, o lingotillo, o fundido. Buenas descripciones son dadas en Percy (5), pero un método común era fundir el final de una barra de hierro fundido o lingotillo a una temperatura cercana a los 1,600° C que existe a unos pocos centímetros de la nariz de una tobera en un hogar lleno de carbón. Una masa semisólida de hierro es formada y puede ser manipulada con una barra en una lupia o tocho, la cual puede ser sacada para forjarse. La escoria es periódicamente extraída y reciclada al horno de fundición para recuperación del hierro. Los herreros de Europa, quienes operaban hornos de lupias para producción directa de lupias o tochos de hierro sabían como evitar el hacer hierro colado al mantener la relación de carbón a mineral al mínimo y necesario para endurecer la lupia o tocho especificado. Pero, cuando el hierro colado era requerido, para refinarlo, la relación de carbón a mineral era simplemente incrementada a tres o cuatro veces la requerida para producir una lupia o tocho dúctil. Esto típicamente duplicaba la recuperación de hierro