HENRY & JUNE - ANAïS NIN | Page 12

de porte que tan engañosa resulta. Ella bebe y fuma. En cierto sentido está bastante loca, sujeta a miedos y manías. Su charla, mayormente inconsciente, resultaría reveladora para un analista, pero yo no sé analizarla. Casi todo son mentiras. El contenido de su imaginación, para ella, es real. Pero, ¿qué es lo que está construyendo con tan sumo cuidado? Un engrandecimiento de su personalidad, un fortalecimiento y una glorificación. En la evidente y envolvente calidez de mi admiración se crece. Parece destructiva y desvalida a la vez. Quiero protegerla. ¡Menuda broma! Proteger yo a aquella cuyo poder es infinito. Su poder es tan grande que la creo cuando me dice que su destructividad no es intencionada. ¿Ha intentado destruirme? No, entró en mi casa y yo me sentí dispuesta a soportar cualquier dolor que quisiera infligirme. Si hay deliberación, ésta es posterior, cuando se da cuenta de su poder y empieza a pensar cómo puede hacer uso de él. Creo que su maldad potencial no es intencionada. Incluso a ella misma la desconcierta. La he acogido ahora como uno de los seres dignos de piedad y de protección. Se ve involucrada en perversidades y tragedias que se le escapan. Por fin caigo en la cuenta de su debilidad. Su vida está llena de fantasías. Quiero obligarla a volver a la realidad. Quiero ejercer violencia sobre ella. Yo, que me encuentro envuelta en sueños, en actos sólo a medias vividos, me siento poseída de un furioso propósito: aferrar las evasivas manos de June, con suprema firmeza, y llevarla a la habitación de un hotel y hacer su sueño y el mío realidad, un sueño al que ha evitado enfrentarse toda su vida. He ido a ver a Eduardo, tensa y destrozada después de las tres horas pasadas con June. Se ha dado cuenta de su debilidad y me ha instado a recurrir a mi fuerza. Me costaba pensar de forma clara por qué en el taxi me había cogido la mano. No me avergonzaba de mi adoración, de mi humildad. Su gesto no era sincero. Creo que no es capaz de amar. Dice que quiere que le dé el vestido rosa que llevaba la primera noche que me vio. Cuando le digo que me gustaría hacerle un regalo de despedida, dice que quiere el perfume que aspiró en mi casa, para poder evocar los recuerdos. Y necesita zapatos, medias, guantes y ropa interior. ¿Sentimentalismo? ¿Romanticismo? Si habla en serio... ¿Por qué dudo de ella? Acaso sea que es muy sensible y la gente hipersensible es falsa cuando los demás dudan de ellos? vacilan. Y dan la impresión de ser insinceros. Pero yo quiero creerla. Por otra parte, tampoco tiene tanta importancia que me ame. No es su papel. Yo estoy rebosante de amor hacia ella. Y al mismo tiempo siento que me estoy muriendo. Nuestro amor sería la muerte. El abrazo de las imaginaciones. Cuando le refiero a Hugo las his torias que me ha contado June, dice que son muy vulgares. No sé. Eduardo ha venido a pasar dos días aquí, endemoniado analista, y me hace tomar conciencia de la crisis por la que estoy pasando. Quiero ver a June. Quiero ver el cuerpo de June. No he osado mirar su cuerpo. Sé que es hermoso. Las preguntas de Eduardo me vuelven loca. Quiere hacerme ver, sin piedad alguna, cómo me he humillado. Yo no me he extendido sobre los éxitos que podrían glorificarme. Me obliga a recordar que mi padre me pegaba, que el primer recuerdo que conservo de él es una humillación. Me dijo que estaba fea después de pasar el tifus. Había adelgazado y me habían cortado el cabello. ¿Qué me ha hecho enfermar ahora? June. June y su siniestra atracción. Ha tomado drogas; ha amado a una mujer; cuando cuenta historia usa un lenguaje vulgar. Sin embargo, ha mantenido ese increíble, trasnochado y sensiblero sentimentalismo: «Dame el perfume que olí en tu casa. Mientras subía, a oscuras, la pendiente que conduce a tu casa, estaba en éxtasis.» –¿Crees de verdad que soy lesbiana? –le pregunto a Eduardo–. ¿Crees que es serio? ¿No puede tratarse de una reacción contra la experiencia que tuve con Drake? No está seguro. Hugo decide pronunciarse y afirma que considera accidental todo lo ajeno a nuestro amor, fases, curiosidades pasionales. Busca seguridad en la vida. Me alegro de que la encuentre. Le digo que tiene razón. Finalmente, Eduardo me dice que no soy lesbiana porque no odio a los hombres, antes al contrario. Anoche soñé que deseaba a Eduardo, no a June. La noche precedente, al soñar con June, me encontraba en lo más alto de un rascacielos y tenía que bajar por la fachada usando una estrechísima escalera de incendios. 12