U
na artista de tomo y lomo
Tras las arrugas de María Eugenia, la vieja cuica, las flores en el pelo de la Catita, el montgomery del Benja y otros personajes, encontramos a una artista con todas sus letras, una mujer talentosa, joven y dispersa, que ve la vida de una manera diferente a como se podría pensar.
La historia de la Fran Feuerhake comienza el día en que nació, el 30 de mayo del 90’. Creció junto a sus dos hermanos y a sus padres en Santiago. A los diecinueve años conoció a Javier, quien sería su esposo. Al tiempo quedó embarazada de Javierito, que nació prematuro a las 35 semanas. Luego, llegó la Julieta, su hija menor.
Hay cosas que permanecen en su memoria, recuerdos de infancia. Cuando ella tenía seis años, viajaron junto a su familia a Italia. Afirma que éste fue el mejor recuerdo de su niñez: “Lo pasé pésimo caminando por calles de adoquines y visitando iglesias y catedrales soporíferas, pero un día, caminaba por Venecia y estaba vestida de rosado de pies a cabeza. De pronto, en una callecita había un hombre tocando piano, y al verme pasar, entonó la melodía de “la pantera rosa”. Me saludó con la mirada, con una expresión muy dulce y divertida a la vez. Nunca me había sentido tan especial. Sigo enamorada de ese pianista.”
De cosas sencillas vive escribiendo, leyendo y dibujando. Grabando videos divertidos en Snapchat y luego subiéndolos al resto de las redes sociales. Así es como de un mes a otro, la Fran, con sus representaciones a la clase social alta de Chile saltó a la fama, como “la vieja cuica”.
Jamás deseó convertirse en una persona famosa por sus videos, ella solo quería hacer una humorada basada en un chiste interno con sus hermanos, sin embargo, las personas comenzaron a disfrutar de lo que ella hacía y a compartirlas por redes sociales.
Estudió literatura en la Universidad Catolica, pero un día de camino a casa le invadió la escena de tres muchachitas en un bar, pero ya estaba cansada de tanto escribir, por lo que al llegar a su hogar se encontró con unas acuarelas, la herramienta precisa que necesitaba para llevar al papel lo que se le había ocurrido. Es como cobró vida su primer dibujo como ilustradora, llevándola así a una carrera llena de colores.