HC HUMAN CAPITAL MAGAZINE NOVIEMBRE 2019 | Page 20
En el 2008 la Unesco declaró la festividad
como Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad de México. El paso de la vida
a la muerte es un momento emblemático.
Por muchos años, en diversas culturas se
han generado creencias en torno a la muer-
te que han logrado desarrollar toda una
serie de ritos y tradiciones ya sea para ve-
nerarla, honrarla, espantarla e incluso para
burlarse de ella. México es un país rico en
cultura y tradiciones; uno de los principales
aspectos que conforman su identidad como
nación es la concepción que se tiene sobre
la vida, la muerte y todas las tradiciones y
creencias que giran en torno a ellas.
Las festividades indígenas del Día de
Muertos incluyen prácticas como
el adorno de las tumbas o hacer
altares sobre las lápidas. Para facilitar
el retorno de las almas a la tierra, las
familias esparcen pétalos de flores de
cempasúchil, colocan velas y ofrendas a
lo largo del camino que va desde la casa
al cementerio. Se preparan minucio-
samente los manjares favoritos del
difunto y se colocan alrededor del altar
familiar y de la tumba, en medio de las
flores y de objetos artesanales, como
las famosas siluetas de papel. Estos
preparativos se realizan con particular
esmero, pues existe la creencia de que
un difunto puede traer la prosperidad
(por ejemplo, una abundante cosecha
de maíz) o la desdicha (enfermedad,
accidentes, dificultades financieras, etc.)
según le resulte o no satisfactorio el
modo en que la familia haya cumplido
con los ritos.
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La celebración se divide en categorías y en
un día específico en función de la edad y
causa del fallecimiento.
El 1 de noviembre corresponde a Todos los
Santos, el día 2 de noviembre a los Fieles
Difuntos, es decir, a los adultos. En algunos
lugares del país el 28 de octubre se destina
a las personas que murieron a causa de un
accidente o de manera trágica, y el día 30
se espera la llegada de las almas de los niños
que murieron sin haber sido bautizados.
El Día de
Muertos se
considera
también una
celebración a
la memoria,
un ritual que
privilegia el
recuerdo sobre
el olvido.
Hay registro de
celebraciones
en las etnias
mexica, maya,
purépecha y
totonaca.
En la celebración del Día de Muertos, la
muerte no remite a una ausencia sino a una
presencia viva; la muerte es una metáfora
de la vida que se materializa en el altar
ofrecido: quienes hoy ofrendan a sus muer-
tos serán en el futuro invitados a la fiesta.
Por ello, el encuentro anual entre los
pueblos indígenas y sus ancestros cumple
una función social considerable al afirmar el
papel del individuo dentro de la sociedad.
También contribuye a reforzar el estatuto
cultural y social de las comunidades indíge-
nas de México.
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A veces el colibrí, a veces el cuervo,
a veces el tecolote, nos dice cuándo hemos de irnos.
Pero nosotros los mexicas no morimos,
sólo cambiamos de casa, de cuerpo.
Y cada año venimos aquí.
Otros paises que celebran el día de muer-
tos son: Estados Unidos, Irlanda, Inglate-
rra, Escocia, Haiti, China, Tailandia, India,
Japón y Corea del Sur. En America Latina:
Guatemala, Ecuador y Peru.
Los antiguos trasladaron la veneración de
sus muertos al calendario cristiano, la cual
coincidía con el final del ciclo agrícola del
maíz, principal cultivo alimentario del país.