Lic. Enrique Martínez y Morales
Es director de United Alliance Group,
forma parte de la empresa EFM Capital
¡DE VUELTA
CABALLEROS!
4 : HUMAN CAPITAL _ MARZO 2020
T
oda la vida, desde
niño, he sido femi-
nista. Y cómo no
puede serlo quien
tuvo y tiene una madre amo-
rosa y entregada, así como una
hermana cariñosa y confidente.
Alguien quien tuvo la bendición
de conocer, convivir y dejarse
consentir por sus abuelas, y que
tiene la fortuna de compartir sus
días con una extraordinaria mu-
jer a quien ama y admira.
Pero hubo un momento en el
que me convertí en el más femi-
nista de los feministas: cuando,
al nacer, sostuve por primera vez
entre mis brazos a mi hija y me
apretó mi dedo pulgar con su
frágil manita. En ese instante mi
mundo cambió y me juré a mi
mismo protegerla y cuidarla con
mi vida, así como luchar incan-
sablemente por dejarle un mun-
do mejor.
Ese mundo que quiero para
ella, y para todas las niñas como
ella, dista mucho del actual.
Algo nos está pasando como so-
ciedad. Padecemos una descom-
posición interna que vulnera los
derechos esenciales de nuestras
mujeres: violencia, maltrato y
muerte.
Antes, el mexicano era reco-
nocido por su machismo a ul-
tranza. Aunque regularmente se
utiliza ese adjetivo con una con-
notación negativa, la verdad es
que el varón mexicano del siglo
pasado procuraba un sano equi-
librio: por un lado, era el jefe
indiscutible del clan; pero, por
el otro, protegía a las mujeres,
no solo de su familia, sino de la
sociedad.
Pero llegó el feminismo mal
entendido, proveniente princi-
palmente de nuestro vecino del
norte. Como ejemplo ilustrador,
mi paisano Catón narró en una
de sus columnas cómo, al abrirle
la puerta a una joven en Estados
Unidos, recibió una majadería
por agradecimiento.
El feminismo tiene que ver
con la emancipación de la mu-
jer, con la igualdad de oportuni-
dades, con la no discriminación
de género. Eso no quiere decir
que las féminas deban renunciar
a su posición de damas, lo que
ha colocado a los caballeros al
borde de la extinción.
Volvamos a los valores del
pasado, dejemos las bromas
misóginas y los comentarios dis-
criminatorios, ni con los amigos
de confianza, porque eso abre
posibilidades insospechadas en
el subconsciente, aún sin darnos
cuenta.
Volvamos a la caballerosidad,
al respeto y a los detalles de an-
taño, como abrirles a las mujeres
la puerta del coche, no dejarlas
caminar por el lado de la calle,
cargar por ellas las cosas pesa-
das, recibirlas de pie en la mesa,
acercarles la silla, regalarles flo-
res espontáneamente, por nin-
gún motivo dejarlas pagar una
cuenta ni decir groserías en su
presencia.
Tratar a nuestras damas
como tales es el primer paso
para recomponer el tejido social
y es el mejor ejemplo que le po-
demos dar a nuestros hijos. Así
que, ¡de vuelta caballeros!