HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 78
Resbalando y a tientas, siguieron a Hagrid por lo que parecía un estrecho
sendero. Estaba tan oscuro que Harry pensó que debía de haber árboles muy
tupidos a ambos lados. Nadie hablaba mucho. Neville, el chico que había
perdido su sapo, lloriqueaba de vez en cuando.
—En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts —exclamó Hagrid
por encima del hombro—, justo al doblar esta curva.
Se produjo un fuerte ¡ooooooh!
El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro.
En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo
el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y
torrecillas.
—¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid, señalando a una flota de
botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Harry y Ron subieron a uno,
seguidos por Neville y Hermione.
—¿Todos habéis subido? —continuó Hagrid, que tenía un bote para él
solo—. ¡Venga! ¡ADELANTE!
Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el
lago, que era tan liso como el cristal. Todos estaban en silencio, contemplando
el gran castillo que se elevaba sobre sus cabezas mientras se acercaban cada
vez más al risco donde se erigía.
—¡Bajad las cabezas! —exclamó Hagrid, mientras los primeros botes
alcanzaban el peñasco. Todos agacharon la cabeza y los botecitos los llevaron
a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte
delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos
justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle
subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros.
—¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? —dijo Hagrid, mientras vigilaba los
botes y la gente que bajaba de ellos.
—¡Trevor! —gritó Neville, muy contento, extendiendo las manos. Luego
subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo
finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo.
Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta
de roble.
—¿Estáis todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo?
Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del
castillo.
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