HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 42

El callejón Diagon Harry se despertó temprano aquella mañana. Aunque sabía que ya era de día, mantenía los ojos muy cerrados. «Ha sido un sueño —se dijo con firmeza—. Soñé que un gigante llamado Hagrid vino a decirme que voy a ir a un colegio de magos. Cuando abra los ojos estaré en casa, en mi alacena.» Se produjo un súbito golpeteo. «Y ésa es tía Petunia llamando a la puerta», pensó Harry con el corazón abrumado. Pero todavía no abrió los ojos. Había sido un sueño tan bonito... Toc. Toc. Toc. —Está bien —rezongó Harry—. Ya me levanto. Se incorporó y se le cayó el pesado abrigo negro de Hagrid. La cabaña estaba iluminada por el sol, la tormenta había pasado, Hagrid estaba dormido en el sofá y había una lechuza golpeando con su pata en la ventana, con un periódico en el pico. Harry se puso de pie, tan feliz como si un gran globo se expandiera en su interior. Fue directamente a la ventana y la abrió. La lechuza bajó en picado y dejó el periódico sobre Hagrid, que no se despertó. Entonces la lechuza se posó en el suelo y comenzó a atacar el abrigo de Hagrid. —No hagas eso. Harry trató de apartar a la lechuza, amenazadoramente y continuó atacando el abrigo. pero ésta cerró el pico —¡Hagrid! —dijo Harry en voz alta—. Aquí hay una lechuza... —Págala —gruñó Hagrid desde el sofá. —¿Qué? —Quiere que le pagues por traer el periódico. Busca en los bolsillos. El abrigo de Hagrid parecía hecho de bolsillos, con contenidos de todo tipo: manojos de llaves, proyectiles de metal, bombones de menta, saquitos de té... Finalmente Harry sacó un puñado de monedas de aspecto extraño. —Dale cinco knuts —dijo soñoliento Hagrid. —¿Knuts? 42