HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 214
lástima, pero como dijo Ron, no se puede tener todo en la vida.
Y de pronto, sus armarios se vaciaron, sus equipajes estuvieron listos, el
sapo de Neville apareció en un rincón del cuarto de baño... Todos los alumnos
recibieron notas en las que los prevenían para que no utilizaran la magia
durante las vacaciones («Siempre espero que se olviden de darnos esas
notas», dijo con tristeza Fred Weasley). Hagrid estaba allí para llevarlos en los
botes que cruzaban el lago. Subieron al expreso de Hogwarts, charlando y
riendo, mientras el paisaje campestre se volvía más verde y menos agreste.
Comieron las grageas de todos los sabores, pasaron a toda velocidad por las
ciudades de los muggles, se quitaron la ropa de magos y se pusieron camisas
y abrigos... Y bajaron en el andén nueve y tres cuartos de la estación King
Cross.
Tardaron un poco en salir del andén. Un viejo y enjuto guarda estaba al
otro lado de la taquilla, dejándolos pasar de dos en dos o de tres en tres, para
que no llamaran la atención saliendo de golpe de una pared sólida, pues
alarmarían a los muggles.
—Tenéis que venir y pasar el verano conmigo —dijo Ron—, los dos. Os
enviaré una lechuza.
—Gracias —dijo Harry—. Voy a necesitar alguna perspectiva agradable.
La gente los empujaba mientras se movían hacia la estación, volviendo al
mundo muggle. Algunos le decían.
—¡Adiós, Harry!
—¡Nos vemos, Potter!
—Sigues siendo famoso —dijo Ron, con sonrisa burlona.
—No allí adonde voy, eso te lo aseguro —respondió Harry.
Él, Ron y Hermione pasaron juntos a la estación.
—¡Allí está él, mamá, allí está, míralo!
Era Ginny Weasley, la hermanita de Ron, pero no señalaba a su hermano.
—¡Harry Potter! —chilló—. ¡Mira, mamá! Puedo ver...
—Tranquila, Ginny. Es de mala educación señalar con el dedo.
La señora Weasley les sonrió.
—¿Un año movido? —les preguntó.
—Mucho —dijo Harry—. Muchas gracias por el jersey y el pastel, señora
Weasley
—Oh, no fue nada.
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