HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 172
En medio del furor que sentía por los puntos perdidos, Harry había
olvidado que todavía les quedaban los castigos. De alguna manera esperaba
que Hermione se quejara por tener que perder una noche de estudio, pero la
muchacha no dijo una palabra. Como Harry, sentía que se merecían lo que les
tocara.
A las once de aquella noche, se despidieron de Ron en la sala común y
bajaron al vestíbulo de entrada con Neville. Filch ya estaba allí y también
Malfoy. Harry también había olvidado que a Malfoy lo habían condenado a un
castigo.
—Seguidme —dijo Filch, encendiendo un farol y conduciéndolos hacia
fuera—. Seguro que os lo pensaréis dos veces antes de faltar a otra regla de la
escuela, ¿verdad? —dijo, mirándolos con aire burlón—. Oh, sí... trabajo duro y
dolor son los mejores maestros, si queréis mi opinión... es una lástima que
hayan abandonado los viejos castigos... colgaros de las muñecas, del techo,
unos pocos días. Yo todavía tengo las cadenas en mi oficina, las mantengo
engrasadas por si alguna vez se necesitan... Bien, allá vamos, y no penséis en
escapar, porque será peor para vosotros si lo hacéis.
Marcharon cruzando el oscuro parque. Neville comenzó a respirar con
dificultad. Harry se preguntó cuál sería el castigo que les esperaba. Debía de
ser algo verdaderamente horrible, o Filch no estaría tan contento.
La luna brillaba, pero las nubes la tapaban, dejándolos en la oscuridad.
Delante, Harry pudo ver las ventanas iluminadas de la cabaña de Hagrid.
Entonces oyeron un grito lejano.
—¿Eres tú, Filch? Date prisa, quiero empezar de una vez.
El corazón de Harry se animó: si iban a estar con Hagrid, no podía ser tan
malo. Su alivio debió aparecer en su cara, porque Filch dijo:
—Supongo que crees que vas a divertirte con ese papanatas, ¿no? Bueno,
piénsalo mejor, muchacho... es al bosque adonde iréis y mucho me habré
equivocado si volvéis todos enteros.
Al oír aquello, Neville dejó escapar un gemido y Malfoy se detuvo de golpe.
—¿El bosque? —repitió, y no parecía tan indiferente como de costumbre—
. Hay toda clase de cosas allí... dicen que hay hombres lobo.
Neville se aferró de la manga de la túnica de Harry y dejó escapar un ruido
ahogado.
—Eso es problema vuestro, ¿no? —dijo Filch, con voz radiante—.
Tendríais que haber pensado en los hombres lobo antes de meteros en líos.
Hagrid se acercó hacia ellos, con Fang pegado a los talones. Llevaba una
gran ballesta y un carcaj con flechas en la espalda.
—Menos mal —dijo—. Estoy esperando hace media hora. ¿Todo bien,
172