HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 142
estaba abierto para él. Mientras estaba allí, en la oscuridad y el silencio, la
excitación se apoderó de él. Podía ir a cualquier lado con ella, a cualquier lado,
y Filch nunca lo sabría.
Ron gruñó entre sueños. ¿Debía despertarlo? Algo lo detuvo. La capa de
su padre... Sintió que aquella vez (la primera vez) quería utilizarla solo.
Salió cautelosamente del dormitorio, bajó la escalera, cruzó la sala común
y pasó por el agujero del retrato.
—¿Quién está ahí? —chilló la Dama Gorda. Harry no dijo nada. Anduvo
rápidamente por el pasillo.
¿Adónde iría? De pronto se detuvo, con el corazón palpitante, y pensó. Y
entonces lo supo. La Sección Prohibida de la biblioteca. Iba a poder leer todo lo
que quisiera, para descubrir quién era Flamel. Se ajustó la capa y se dirigió
hacia allí.
La biblioteca estaba oscura y fantasmal. Harry encendió una lámpara para
ver la fila de libros. La lámpara parecía flotar sola en el aire y hasta el mismo
Harry, que sentía su brazo llevándola, tenía miedo.
La Sección Prohibida estaba justo en el fondo de la biblioteca. Pasando
con cuidado sobre la soga que separaba aquellos libros de los demás, Harry
levantó la lámpara para leer los títulos.
No le decían mucho. Las letras doradas formaban palabras en lenguajes
que Harry no conocía. Algunos no tenían títulos. Un libro tenía una mancha
negra que parecía sangre. A Harry se le erizaron los pelos de la nuca. Tal vez
se lo estaba imaginando, tal vez no, pero le pareció que un murmullo salía de
los libros, como si supieran que había alguien que no debía estar allí.
Tenía que empezar por algún lado. Dejó la lámpara con cuidado en el
suelo y miró en una estantería buscando un libro de aspecto interesante. Le
llamó la atención un volumen grande, negro y plateado. Lo sacó con dificultad,
porque era muy pesado y, balanceándolo sobre sus rodillas, lo abrió.
Un grito desgarrador; espantoso, cortó el silencio... ¡El libro gritaba! Harry
lo cerró de golpe, pero el aullido continuaba, en una nota aguda,
ininterrumpida. Retrocedió y chocó con la lámpara, que se apagó de inmediato.
Aterrado, oyó pasos que se acercaban por el pasillo, metió el volumen en el es-
tante y salió corriendo. Pasó al lado de Filch casi en la puerta, y los ojos del
celador; muy abiertos, miraron a través de Harry. El chico se agachó, pasó por
debajo del brazo de Filch y siguió por el pasillo, con los aullidos del libro
resonando en sus oídos.
Se detuvo de pronto frente a unas armaduras. Había estado tan ocupado
en escapar de la biblioteca que no había prestado atención al camino. Tal vez
era porque estaba oscuro, pero no reconoció el lugar donde estaba. Había
armaduras cerca de la cocina, eso lo sabía, pero debía de estar cinco pisos
más arriba.
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