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nio de la pequeña pantalla española. Un dos tres, El
semáforo, Historias para no dormir…. Ana ha diseña-
do los escenarios de todos ellos, además de decora-
dos para series que forman parte del imaginario co-
lectivo. Creó un mundo de fantasía en cartón piedra
con Las aventuras del hada Rebeca, la serie infantil
que hizo soñar a los niños de los 70. Repasó la histo-
ria moderna de España con Hasta luego, cocodrilo,
una de las grandes producciones de la televisión de
los 90. Ha probado todos los formatos y todos los
estilos. Hasta que tuvo que definir el suyo.
Aquí había una casa preexistente, pero pequeñi-
ta, ruinosa. Sus cimientos apenas bastaban para dar
cabida a lo que Ana tenía en la cabeza. Eso no la ame-
drentó, estaba acostumbrada a enfrentarse a retos.
Así que se puso a dibujar los planos. “Los que aca-