habitissimo | página 117
Mientras sus compatriotas seguían apostando por la tra-
dición escandinava, que apostaba por los muebles de made-
ras nobles fabricados a mano, Panton prefirió experimentar
con otros materiales y procesos innovadores. Sus creaciones
partían del plástico, el plexiglás, el acero, la fibra de vidrio o
los tejidos sintéticos; se empapaban de color y se producían
en masa.
En Verner Panton, el libro monográfico editado por Phan-
don, Ida Engholm y Anders Michelsem, profesores asociados
de la Royal Danish Academy of Fine Arts y la Universidad de
Copenhague respectivamente, describen al diseñador como
“menos danés” que el resto de sus colegas con los que com-
partía nacionalidad. Concebía sus creaciones con el mismo
sentido práctico y concreto que definía a los muebles de tra-
dición escandinava, pero poco más.
Lo usual no iba con Panton y ser tildado como enfant te-
rrible en el mundo del diseño no le achantaba. Al contrario, le
alentó para seguir haciendo virtud de lo peculiar. «Un experi-
mento poco exitoso es mejor que un hermoso tópico», alegó
en alguna ocasión. La crítica se lo agradeció alzándole a la
categoría de pionero del diseño y a sus futuristas creaciones
como iconos de la cultura pop.
Sus mesas, sillas o lámparas transcendieron a su utilidad.
Los límites entre diseño, arte e intervención no estaban cla-
ros en la mente de Panton; o seguramente sí, solo que él pre-
fería ignorarlos. Lo hizo, entre otro diseños, con Living Tower
o con las Flying Chairs, demostrando que aún había margen
para explorar en torno a las maneras de sentarse y de sociali-
zar en el salón de una casa o de un establecimiento público.
Verner Panton tenía como único propósito, según afirmó,
“que la gente usase su imaginación”; y varias décadas des-
pués del alumbramiento de sus piezas más emblemáticas
podemos asegurar que logró su objetivo.