siglos de difusión. El Quijote de Cervantes es, de mano de sus traductores, un universo de Quijotes: el de Shelton, Oudin, Rosset, Franciosini, Sant Martin, Motteux, Florian, Jarvis … Y cualquiera de estos cambios, de estas interpretaciones— origen de muchas de las lecturas de escritores y críticos a lo largo de tantos años y geografías— ha supuesto un nuevo avance en la universalización de la obra cervantina.
Y el siglo xxi se presenta con nuevos retos. La tradición, los cuatrocientos años de la obra cervantina, nos está mirando, pero tenemos la obligación de ofrecer nuevas herramientas para comprender mejor el mundo cervantino, como destaca Susanne Lange:
Traducir al Quijote en el siglo x x i es una aventura que a veces parece tan fantástica como las visiones del desventurado hidalgo, porque significa el ascenso a una montaña que se compone de tradiciones literarias y lingüísticas de cuatrocientos años. La traducción de una obra tan vasta y polifacética como el Quijote se adentra en la teoría del caos, porque el traductor ha de tener siempre a la vista el conjunto de las repercusiones en el contexto de la obra y saber que el cambio de una sola palabra puede alterar toda la constelación, como el aleteo de una mariposa en China puede cambiar el tiempo atmosférico en Europa.
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