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Vaya a quienes nunca han oído. ¿Por qué algunos deberían tener ocasión de oír más de una vez cuando tantos no han oído?
Otra vez, debe haber un balance. La cuestión de prioridades nunca debe ser decidida en base a los eslóganes simples como, ¿por qué alguien debería oír el evangelio dos veces, habiendo tantos que nunca lo han oído?
Respondamos con otra pregunta, ¿Y cómo continuará el evangelio hasta llegar a las tribus remotas y a las personas escondidas a menos que plantemos iglesias crecientes en otros lugares, las iglesias que provean los recursos para estas actividades?
Es como una cadena de trabajo. Abrir iglesias donde la gente es más receptiva es más fácil y a su vez es necesario para que estos canalicen recursos para llegar a los lugares más recónditos.