Golden Box Book Publishing Protegida por el Halcón | Page 10
En mis sueños, le contaba una historia absurda que me había
inventado, cuando vi a una anciana caer en el pasillo. Solté la mano
de mi madre y corrí hacia la mujer. Ella gritaba de dolor, tumbada en
el suelo con la pierna doblada en una fatídica posición.
Sentí a mi madre detrás de mí.
—Mamá, se ha roto. Quiero arreglarla —dije mirando hacia
arriba, buscando su aprobación.
—Está bien, cariño, pon tus manos sobre ella. No tengas miedo.
—Escuché la acaramelada voz de mi madre y sentí su mano sobre mi
hombro. Mientras yo tocaba la cadera de la anciana mujer, mis dedos
comenzaron a emanar un extraño calor y un sentimiento sereno y
placentero se apoderó de mí mientras veía como la pierna de la mujer
volvía a enderezarse a una posición normal. Ella se puso en pie,
sonrió y se alejó caminando.
Miré a mi madre y ella me sonrió, pero su expresión se tornó
seria.
—Adquirirás grandes poderes, cielo, pero no dejes que eso te
cambie. Encuentra tu cajita de oro, ella te guiará.
El sueño se desvaneció y yo me desperté sobresaltada. Mi
habitación estaba oscura y el reloj digital marcaba las dos de la
mañana.
—Qué sueño más raro. —Suspiré mientras acomodaba la
almohada; me arropé con el edredón e inmediatamente volví a
dormirme.
El sol me despertó alrededor de las siete. Pequeños rayos de sol
se colaban a través de la cortina de encaje haciéndome cosquillas en
la nariz. Estornudé, bostecé y me estiré bajo las sabanas. Era una
bonita mañana de domingo y el aire traía aromas a fruta madura. No
tenía que levantarme pronto porque me había tomado el día libre.
—La cumpleañera debería disfrutar el lujo de dormir hasta
tarde—me dije a mi misma mientras recordaba mi sueño,
preguntándome como habría continuado.
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