La
Recolección
En 1685, dos frailes recoletos vinieron a Santiago de
Guatemala para establecer una misión, y en 1695
uno de ellos pidió al Ayuntamiento licencia para
fundar un convento para padres misioneros. Cuatro
misioneros adicionales llegaron dos años más tarde
y todos se albergaron en el Calvario por cuatro años,
mientras esperaban la llegada de la licencia del Rey.
El Ayuntamiento no había favorecido el establecimiento del Convento, porque ya sostenía a los vecinos más casas religiosas de las que podían mantener.
Eran muy pobres los misioneros, sin más rentas que
las limosnas que se les daban.
El informe del Cabildo, fechado el 6 de diciembre de
1695, es de interés por las opiniones que se registraron en aquella sesión: Aunque expresó el Cabildo aprecio por el trabajo espléndido de estos dos
misioneros y no se opuso a mantenerlos o dejar que
los opulentos franciscanos lo hicieran, creían que no
había necesidad de más conventos con o sin rentas
en la ciudad. Además, si no había más de ocho o
diez religiosos, debieron distribuirse hospicio con un
Convento y un Templo suntuoso, ni tener noviciado.
Si concediera el Cabildo licencia para la fundación a
estos dos religiosos, se aumentarían sus peticiones.
Querrían tener un templo con arcos, bóvedas, imágenes, altares y ornamentos y una vivienda correspondiente a todos éstos.
Pero a pesar de los pareceres locales se emitió una
Cédula Real el 16 de Julio de 1700, permitiendo la
fundación del Colegio de Cristo Crucificado de los
Misioneros Apostólicos. Este pequeño grupo se
apoderó de una dehesa más allá de los límites occidentales de la ciudad, y en 1701, tenía una pequeña
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Issue No. 1 • 2016