Desde que varios países se han declarado en
estado de emergencia tras las diversas muer-
tes derivadas del COVID-19, y el llamamiento
a un aislamiento social, la reacción en diver-
sos sectores del mundo fue el mismo: páni-
co colectivo. Este se ha visto reflejado en el
desabasto de los supermercados y en actitu-
des de racismo y discriminación.
solo dos botellas por cliente.
Aunque sepamos de antemano que lavarnos
las manos frecuentemente, evitar el contacto
con otras personas y hacer uso del gel anti-
bacterial es todo lo que se necesita hacer para
prevenir, los especialistas señalan que, las per-
sonas sienten la necesidad de hacer algo que
sea proporcional a su ansiedad. Buscan sen-
tirse en control ante la situación para calmar
sus temores ante la incertidumbre de lo que
pudiera ocurrirles ante el constante riesgo por
el virus.
La población ha venido enfrentado proble-
mas en la demanda masiva de arroz y fideos
instantáneos en Singapur, el aumento del
40% en el gasto en supermercados en Nueva
Zelanda, una demanda del 800% en gel an-
tibacterial en Malasia, hasta los constantes
insultos a la población asiática residente en
Francia, son ejemplo de las acciones que el
pánico social puede provocar.
La mentalidad de rebaño también explica este
comportamiento. Los expertos agregan que el
simple hecho que esté ocurriendo una compra
por pánico puede provocar que las personas
se sumen.
Estas reacciones son resultado de la sobre-
carga informativa que va a una velocidad sor-
prendente lo que ha conllevado a un estrés
y consecuencias de salud en los individuos a
nivel mundial. El miedo, la desesperación y
ansiedad resultan ser, entonces, los padeci-
mientos más graves derivados del Coronavi-
rus, que provoca que las grandes masas en-
tren en pánico y tomen actitudes irracionales
como discriminar a los demás y, en algunos
casos, aumenta la probabilidad de desarrollar
una ansiedad grave.
Esto tiene mucho que ver con la información a
la que estamos expuestos cada día y las suge-
rencias o noticias falsas que encontramos en
redes sociales.
La desinformación, centro del problema
Con la propagación del Coronavirus también
han proliferado noticias falsas con respecto al
avance del virus, mismo que genera dudas y
miedo entre los ciudadanos. Es por eso que la
OMS ha lanzado una campaña para evitar que
la “epidemia de información” falsa en redes so-
ciales siembre aún más miedo entre el mundo.
En contraparte, se encuentra la especulación
de precios, debido a la escasez los costos se
elevan, lo que puede generar aún más an-
siedad colectiva. Se han registrado muchos
ejemplos de alza de precios en respuesta
al COVID-19. A inicios de marzo, la cadena
CNBC reportó la venta de paquetes de 20
mascarillas por más de $100 dólares cada
uno en páginas como eBay y Etsy.
Entre los mitos de esta pandemia se encuen-
tra el posible contagio por comer murciélago o
por el consumo de plátanos. También la creen-
cia que el virus se encuentra en el aire o que el
uso de mascarillas es suficiente para no con-
tagiarse.
Ante el surgimiento de estos rumores, institu-
ciones e incluso, las propias redes sociales han
desarrollado diversas campañas para eliminar
la información falsa. Facebook, por ejemplo,
tendrá filtros más especializados para limitar
su difusión tanto en su propia plataforma como
en Instagram, asegurándose de compartir úni-
camente información verdadera y de valor.
En tanto Amazon, anunció, a principio de mes,
la eliminación de más de un millón de produc-
tos de primera necesidad por descripciones
engañosas y por especulación de precios.
Las cadenas de farmacias británicas Boots y
LloydsPharmacy también decidieron restrin-
gir las ventas de desinfectante de manos a
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