Loewe abraza el caos más coherente
Con su colección previa , Jonathan Anderson dejó claro que la pandemia había supuesto un antes y un después en la estética Loewe . El diseñador irlandés estaba preparado para dejar volar la imaginación y , tal y como Sarah Mower recogía en su crónica , ser un espejo de los tiempos surrealistas que vivimos .
Pues bien , no hace falta recordar que el surrealismo no ha hecho más que ir en ascenso en los últimos tiempos y , según hemos podido ver en el desfile celebrado esta mañana en el Tennis Club de París , la creatividad de Anderson también . La estela iniciada en septiembre continuó aquí con más de lo mismo , si bien elevando el listón en su justa medida y anunciando un camino que cada vez se intuye más pavimentado .
Los drapeados de Loewe han vuelto a estar ahí , con vestidos pegados al cuerpo y experimentos que insinúan y reimaginan ; pero también han regresado los volúmenes oníricos que en esta ocasión ruedan ya sin ruedines : el segundo y tercer vestido dejaron claras las intenciones con dos prótesis en forma de coches ( sí , coches ) que se podían intuir bajo los tejidos elásticos . Lo mismo ocurrió más tarde con zapatos ( que se colaban por debajo del vestido como apéndices puntiagudos ) y también con las formas rígidas y relucientes al estilo de algunas de esas obras de Koons u Oldenburg que supusieron los labios y globos que adornaron muchos de los looks .
Entre las novedades de Loewe , el uso de tejidos más propios del contexto como lanas , puntos gruesos e incluso peluche . También una mayor comesura a la hora de tratar el brillo y una paleta más apagada que contrasta con los tonos pastel de la anterior pasarela . Medidas básicas para reinterpretar un camino que , si bien podría tacharse de caótico visualizando el conjunto de los looks , hablan de un creador que sigue su instinto y que , como en una obra impresionista , convierte el caos de la foto pequeña en la absoluta coherencia que supone su cuadro visto en perspectiva .
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