Gestión Estratégica y Consultoría AVANCE VOL.-002 JULIO 2013 | Page 19

Por: M. C. y L. C. P. Celia Patricia Villa Benítez
Buscando información sobre liderazgo, me encontré este artículo ¿ Qué está impidiendo el liderazgo de las mujeres?, escrito por Marta Morón, el cual, me puse presta a leer, cuanto más avanzaba en mi lectura más identificada me sentía, creo que es un gran artículo, no solamente por el contenido, sino porque he experimentado en carne propia muchos de los síntomas que ahí se describen, lo podría haber resumido pero creo que se perdería la esencia del articulo completo. Por lo tanto, lo dejare tal cual está escrito, y dando los créditos que merece la persona que lo escribió.
Cuando las mujeres empezaron a ocupar puestos de alta responsabilidad a partir de los años 70, accedieron al poder imitando en su mayoría el liderazgo masculino.
El mayor exponente lo tenemos en Margaret Thatcher, Primera Ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990, que era conocida con el apodo“ La Dama de Hierro”. En realidad, la reciente película protagonizada por Meryl Streep suaviza exageradamente el personaje, al que todo el mundo tenía miedo.
Vivimos un momento en el que las mujeres llenan las universidades y obtienen las mejores calificaciones, y además están plenamente integradas en la vida laboral.
Pero esto no es suficiente para que desaparezcan las diferencias salariales ni para evitar que la cuota de Directivas y no digamos ya de Consejeras siga siendo muy baja respecto al número de varones. Es hora de romper nuestro“ Techo de cristal”.
¿ Qué está impidiendo el Liderazgo de las mujeres?
Tras un proceso socio-cultural de miles de años en el que las mujeres estábamos llamadas a servir al hombre y a la familia, no es de extrañar que aún nos queden muchas creencias y barreras por superar, relacionadas con nuestras parcelas de poder.
Las mujeres siempre nos hemos valorado según el amor, es decir, quienes y cuanto nos quieren. De ahí que nuestro principal problema sea el miedo a no sentirnos queridas, que nos impulsa a tratar de agradar a los hombres.
Esto nos deja“ fuera de juego” en lo que se refiere a las relaciones sociales, tradicionalmente masculinas, que son en definitiva las relaciones de poder.