Gestión del Riesgo en Colombia Gestion Riesgo Banco Mundial Colombia | Page 296

Como estrategia para reducir el riesgo del Estado, Manizales (Caldas) y Sabaneta (Antio- quia) adoptaron modelos de aseguramiento co- lectivo de vivienda para aumentar la protección del privado y en algunos casos establecer un sub- sidio cruzado que cubra a los estratos más bajos. Manizales tiene un esquema de aseguramiento de vivienda voluntario contra sismos, el cual imple- mentó a través de una póliza colectiva que protege automáticamente a los estratos 1 y 2, mientras que los demás estratos tienen la opción de asegurarse voluntariamente, pagando la prima del seguro a través de la factura del impuesto predial. El grado de protección de los estratos 1 y 2 depende del nivel de aseguramiento adoptado de manera voluntaria por los demás estratos. La inversión del municipio es netamente administrativa, ya que las pólizas son pagadas exclusivamente por los propietarios de las viviendas de estratos medios y altos, lo que redu- ce el riesgo del Estado con una mínima inversión, pues la póliza funciona como un subsidio cruzado. En el caso de Sabaneta, el programa de asegura- miento colectivo de la vivienda surgió como un estímulo tributario con el fin de incentivar el pago del impuesto predial, así como la actualización del valor catastral de los inmuebles. Desde 1999 la ad- ministración municipal de Sabaneta contrata un seguro sobre el valor catastral de los predios resi- denciales, que cubre a todas las viviendas que se encuentren a paz y salvo por dicho concepto. 4.3.3. Necesidades de financiación para la respuesta del Estado ante desastres La estimación de las necesidades de fi- nanciación del Estado para responder a de- sastres futuros es compleja, debido a la falta de información apropiada y de claridad so- bre cuál es su responsabilidad. Las tres fases de la respuesta del Estado a un desastre: aten- ción, rehabilitación y reconstrucción, tienen costos diferentes por hectárea, por persona o por metro cuadrado, dependiendo del tipo de desastre. Los valores unitarios de una inunda- ción en una zona rural son muy diferentes de los de un terremoto en un área urbana, y no existe información sistemática y confiable sobre estos montos en el pasado, entre otras cosas, porque la respuesta del Estado no es siempre igual y varía según la disponibilidad de recursos. Ante even- tos pequeños, por ejemplo, la respuesta ha sido muy diferente que frente a desastres nacionales, como el del Eje Cafetero en 1999. El FOREC otorgó subsidios de vivienda a todas las familias de estratos 1 a 6 que fueron afectadas, incluyen- do las que estaban en arriendo, mientras que no hay registro sobre cuántas de las unidades impactadas por eventos menores han sido resti- tuidas. No existe claridad normativa ni política sobre la responsabilidad del Estado con respec- to a los damnificados. Se debe prestar atención inmediata a todos los afectados, sin distinción, restituir la prestación de los servicios a la mayor brevedad y hacerse cargo de toda la infraestruc- tura pública averiada, pero respecto a la po- blación afectada, existe la percepción de que el Estado debe hacerse responsable de los estratos más vulnerables como podrían ser el 1 y 2, pero no está definido el nivel de esa responsabilidad. En la medida en que se estipule el compromiso del Gobierno, se podrá estimar con mayor pre- cisión cuál es el pasivo contingente del Estado en materia de desastres (ver Capítulo 5). Para efectos de diseñar una estrategia financiera, es necesario diferenciar las necesi- dades de recursos para atender los eventos de alta frecuencia/bajo costo y los eventos de baja frecuencia/alto costo (Banco Mundial, 2008). 39 No se incluye el 2009 porque fue un año en que el fenómeno de La Niña impactó duramente, pudiéndose considerar un gran desastre por su im- pacto precisamente en el sector transporte. Manejo del riesgo de desastres en la gestión sectorial 271